En 1995, el New York Times criticó duramente el funcionamiento de Alitalia, destacando, sin embargo, que la compañía tenía algo muy bueno: los impecables uniformes de Armani.
Alitalia ya no existe y, desde hoy, Giorgio Armani, el personaje, el diseñador, el modista, tampoco. Durante los 90 y hasta mediados de los 2000, unieron sus destinos. Giorgio Armani, que en los 80 ya había llevado sus diseños al cielo, creando prendas para la Aeronáutica Militare (el Ejército del Aire italiano), regresó a los aviones en un momento en que Alitalia necesitaba sacar pecho en una era de liberalización aérea y fuerte competencia en los cielos europeos, y confió al milanés su imagen.
Armani, con su genio para transformar lo cotidiano en eterno, creó uniformes que no solo vestían al personal de Alitalia, sino que encarnaban el alma de Italia: elegancia sin esfuerzo y sofisticación funcional. Sus chaquetas verdes oliva, desestructuradas y fluidas, junto a las camisas de alabastro cremoso, eran un canto al minimalismo lujoso que él mismo definió como “ser recordado, no solo notado”.
Cada detalle –los trench coats militares, los guantes impecables, las siluetas que igualaban a hombres y mujeres en profesionalismo– reflejaba su obsesión por la comodidad sin sacrificar estilo. Durante casi 15 años, hasta cerca de 2006, esos uniformes fueron la tarjeta de presentación de Alitalia, un símbolo de orgullo italiano que sobrevivió a crisis y turbulencias.
No era la primera vez que Armani conquistaba el cielo. Su amor por la uniformidad, nacido de la fascinación que tenía por el deporte y la disciplina, ya lo había llevado a diseñar para la Fuerza Aérea Italiana y, más tarde, para equipos como la Selección Italiana de Fútbol o los atletas olímpicos de su país.
Sin embargo, con Alitalia, Armani logró algo más: convirtió a los y las tripulantes en embajadores de la moda, haciendo que cada vuelo fuera una pasarela. Como anécdota, se cuenta que él mismo probó los uniformes en simuladores de vuelo, asegurándose de que fueran tan prácticos como bellos, un guiño a su perfeccionismo y a su infancia marcada por la resiliencia tras sobrevivir a un incendio en la guerra.
Hoy, con la desaparición de Alitalia en 2021 y la partida de Armani a los 91 años, esos uniformes permanecen como reliquias de un tiempo en que volar en Alitalia era llegar ya a ese pais.
En mercados de segunda mano, los trench coats verdes que usaban las azafatas se cotizan como tesoros, recordándonos que Giorgio no solo vistió a tripulantes, sino que dio alas al estilo italiano.
Mientras el mundo despide al hombre que desarmó la rigidez de la moda, en los cielos de la memoria, Alitalia y Armani seguirán volando juntos, elegantes, eternos, inolvidables.
