Si pudiera escoger, ¿cuál sería su espacio de trabajo ideal? ¿Una gran ciudad, en cualquier rincón del planeta, un coworking en plena naturaleza o una cafetería, junto al mar? Los nómadas digitales sí pueden elegir y cada vez más se decantan por España como uno de sus países preferidos a nivel mundial. Diversos rankings internacionales así lo muestran, como Spain Digital Nomad Report (Global Citizen Solutions, 2025) que lo sitúa en el destino top para este colectivo.
¿Qué les atrae más? “Aunque parezca un tópico, clima, estilo de vida o costes son razones de peso para venir a instalarse en nuestro país”, afirma Fernando Botella, CEO de Think&Action. “Usan la tecnología para desarrollar su trabajo, desde cualquier lugar del mundo. Básicamente, su oficina son un ordenador y una conexión wifi, y eso les brinda plena flexibilidad horaria y geográfica”, añade. Sin código postal.
Bernhard, 35 años, es de Viena. “Viajo mucho, así que he pasado un tiempo en lugares como España, México y Bali”, cuenta a Forbes este emprendedor austriaco y nómada digital. “España tiene un clima más cálido en invierno en comparación con Austria, y eso me gusta”. Tiene una consultora de Marketing y Ventas (www.best-xp.com) y su trabajo le permite moverse de aquí para allá, si así lo desea: “Valoro la flexibilidad y libertad que me permite el combinar viajar, conocer nuevos lugares y visitar amigos en diferentes partes del mundo mientras trabajo de forma remota”, comenta.
Dice Bernhard, por experiencia propia, que “la mayoría de los nómadas digitales contribuye a la economía: alquilan apartamentos, disfrutan de cafés y restaurantes, o aprovechan los fines de semana para conocer la ciudad”. Y añade: “Además, conectan negocios a nivel mundial en la zona donde se encuentran. Por ejemplo, si descubro un producto alimenticio español increíble, podría intentar llevarlo a Austria”.
Huella en la economía local
La Ley de Startups (en vigor desde finales de 2022) creó un visado especial para nómadas digitales, que ofrece a los ciudadanos extracomunitarios una nueva vía para venir a España. Fue un impulso para atraerlos.
Unos datos: a finales de marzo de 2025 se encontraban en vigor 32.578 autorizaciones de residencia a teletrabajadores internacionales, según datos disponibles al cierre de esta edición: 15.950 corresponden a los nómadas digitales; y 16.628 a familiares. Y en 2023, fueron 9.568 las autorizaciones concedidas (nómadas digitales y familiares). Así que, la cifra se ha triplicado en este tiempo, según los datos del Observatorio Permanente de la Inmigración (OPI), dependiente del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
Más allá de esto, la presencia de estos profesionales en España se estima que es “mucho más amplia”, según los expertos, y datos como la estimación de visitas suelen tenerse en cuenta para mostrar una fotografía más amplia. Porque este particular talento digital y viajero no es fácil retratar.
Veamos: según Nomad List, en 2024, hay unos 40 millones de nómadas digitales en el mundo, con EE UU, Tailandia o España como tres de los lugares preferidos: nuestro país, como destino, “representa aproximadamente el 5% de las visitas de nómadas digitales”, ubicándose junto a lugares como Tailandia en ese mismo porcentaje, explica Raquel Roca, autora de Knowmads y experta en Tendencias y Futuro del Trabajo. Eso sí, es una “estimación de atracción”; el porcentaje de nómadas que eligen el país como destino en algún momento, no necesariamente residentes, puntualiza Roca. Actualmente, España es uno de los principales polos de atracción para ellos. “Un imán natural”: visado específico, clima, cultura, calidad de vida…
Se estima que debemos de tener “entre 100.000 y 200.000 nómadas digitales residiendo activamente en España en 2025”, apunta Roca. No hay ‘un registro oficial’, pero varias estimaciones convergen en ese rango, con datos de visados, coworkings y apps de nomadismo. Y en cuanto al gasto mensual por nómada digital en España se sitúa, de media, “entre 2.500 y 3.000 euros”, aproximadamente, detalla esta experta.
“Aunque residan y tributen en España, pueden trabajar para compañías extranjeras y en proyectos que se desarrollan a miles de kilómetros de aquí, así que su impacto en nuestra economía es relativo, al margen de los impuestos y gastos cotidianos que sí quedan en la economía local”, matiza Fernando Botella.
Por otro lado, es esencial que entren en contacto con el tejido empresarial nacional, porque si no, “su impacto queda totalmente diluido”, continúa este experto en talento y liderazgo. Ahí, sin embargo, sí ve una oportunidad “para que a través de políticas públicas e iniciativas privadas se favorezca una verdadera integración de estos valiosos profesionales en las estructuras y dinámicas económicas nacionales».
Cuando vino a España, Bernhard se instaló un tiempo en Madrid: “Es un hub para personas de habla inglesa y lugares cocreativos. Hay muchos espacios de coworking… Además, la conexión desde el aeropuerto con otras ciudades es una ventaja”.
Madrid es uno de los principales destinos elegidos por los nómadas, “por las posibles conexiones globales y la oferta cultural”, apunta Fernando Botella. Y cita también a “Barcelona, por ecosistema tecnológico y estilo de vida; Valencia y Málaga, por calidad de vida y el coste de vida un poco más bajo”, entre otros.
Miremos a Valencia: no hace mucho se conocía que Microsoft instalará allí, en el edificio de la Harinera, un centro global dedicado a impulsar la tecnología en salud, deporte y entretenimiento. Sin duda, contribuirá a “generar empleabilidad” y “captar talento digital”, cree Vicente Pelechano, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universidad Politécnica de València (UPV). Y nos explica: «Lo que hace muy atractiva la propuesta de Microsoft son las áreas de trabajo que desean impulsar: tenemos muchos alumnos interesados en desarrollar proyectos innovadores en IA y salud, deporte videojuegos…». Algunos exalumnos que trabajan en el extranjero han mostrado interés por volver… si surge una oportunidad ante la llegada del gigante tech. Sería como traer el talento de vuelta a casa.
En el camino hacia la innovación que ha emprendido la ciudad, “se percibe cada vez más la llegada de profesionales extranjeros que vienen a trabajar y a vivir en Valencia”, señala Pelechano. Además, cree que los nómadas digitales del sector informático –que es el suyo– son perfiles que favorecen la interacción intersectorial en proyectos diversos. En este clima, se está creando una especie de “hub tecnológico”. Y un vivero para el talento digital.
Negocios ad hoc
Coworkings: cada vez es más común que estos espacios salpiquen urbes, e incluso, pueblos, inmersos en el tejido empresarial. Hace años no se oía hablar de ellos: hoy, hay ya 1.092 espacios de coworking y oficinas flexibles activos en el país, según el informe sobre el Estado del Coworking en España 2024-2025 (cifra basada en la muestra del estudio).
El informe estima la facturación anual del sector en 275 millones de euros (grandes players, oficinas privadas); y 129 millones (resto del mercado). Las provincias que encabezan el número de coworkings son Barcelona (262 espacios), Madrid (239), Valencia (79) y Málaga (57).
Precisamente, “Málaga fue la primera ciudad española en recibir la certificación de AENOR como Destino para Nómadas Digitales”, apunta Francisco Peco, profesor de la Universidad de Granada y miembro del Instituto Andaluz de Investigación e Innovación en Turismo (IATUR).
Además de trabajar, estos profesionales suelen invertir «tiempo en ocio, turismo o en conocer el área», sostiene Francisco Peco. ¿Su perfil? «Alto poder adquisitivo, formación universitaria y empleos cualificados, como desarrollo de software o diseño web«.
Peco cree que pueden “suponer una oportunidad” para beneficiar a las empresas locales (restaurantes, hoteles…); o para nuevos emprendedores, que creen nuevos modelos de negocio adaptados a ellos, como coworkings; y al trabajar “en sectores innovadores” pueden contribuir al tejido productivo “mediante networking con empresarios locales”.
En Granada, la comunidad de nómadas digitales está creciendo y Valentina, de 47 años, italiana, forma parte de ella. Trabaja en el sector del marketing digital como freelance. “Opté por España por su clima, su cultura y ese estilo de vida tranquilo que tanto valoro, pero sobre todo por la calidez de su gente”, nos explica. “Andalucía, y en concreto Granada, me conquistó por su autenticidad, ese ambiente acogedor y la cercanía de montaña y playa. Llevo unos 15 años aquí y no tengo prisa por irme”.
Desde 2010 siempre ha tenido un piso alquilado en la ciudad y, de ahí, se ha ido moviendo a otros países. “Como nómada digital, mi gasto mensual ronda los 1.800 euros, incluyendo vivienda, alimentos, ocio y, en ocasiones, coworking. Este consumo contribuye directamente a la economía local, especialmente en sectores como hostelería, turismo o espacios culturales”. Y añade: “Al trabajar desde entornos colaborativos, conecto con emprendedores locales y otros nómadas internacionales, ampliando mis conocimientos y generando oportunidades de proyectos conjuntos”. Sigue viajando: “Aunque Granada ya es mi ciudad”.
Welcome home to the pueblo
Francisco Peco ve en este colectivo “una oportunidad para ayudar a desestacionalizar el turismo” en grandes ciudades, aunque su presencia plantea también desafíos como el posible encarecimiento de la vivienda o el aumento del coste de vida y que “es necesario afrontar”.
Pero, sobre todo, dice, su impacto puede ser fundamental para “revitalizar zonas rurales” afectadas por la despoblación e impulsar “el desarrollo tecnológico e infraestructuras en estos territorios” de la España vaciada que beneficien a los residentes.
Desde diversos lugares se han impulsado iniciativas para atraer a áreas rurales a este codiciado perfil, como Galicia o Extremadura, con iniciativas como Vive en Ambroz (Cáceres), que ofrece hasta 16.620 dólares (más de 15.000 euros) para mudarse a este entorno natural y trabajar desde allí al menos dos años.
Otra muestra: a ciento y pico kilómetros de Málaga capital, en la Serranía de Ronda, se encuentra Benarrabá, un pequeño pueblo blanco de unos 400 habitantes. Quién diría que hasta aquí han llegado personas de hasta 38 nacionalidades. Algunos desde Nueva York, San Francisco o Singapur.
El puente entre ellos y el pueblo lo tiende la asociación Rooral. ¿Su objetivo? “Activar el medio rural”, nos cuenta Juan Barbed, su CEO y cofundador. “Y hacer las áreas rurales sexy de nuevo”. Y una de las formas es acogiendo a nómadas digitales y a teletrabajadores.
Para ello, ofrecen coliving, coworking y actividades socioculturales para ellos. El objetivo es su integración plena en la comunidad. ¿Y el impacto económico para el pueblo? El gasto medio mensual por trabajador remoto es de 1.524 euros: en restaurantes y tiendas locales, 412 euros; en alojamiento y servicios básicos: 1.112 euros.
“Tenemos una brecha rural creciente”, dice Barbed. “En unos lugares mandan a nómadas y a turistas a casa –Tourists go home–; y en otros, decimos: vente a la casa del pueblo. El sentimiento de hogar lo puedes encontrar en esa otra España que está apagándose y con la que puedes ser parte de la solución”. Welcome home to the pueblo, como reza su web.
Una tostada con aguacate en Bali
“El nomadismo digital ha ido evolucionando y ahora hay muchos más tipos de nómadas que buscan diferentes cosas”, explica Barbed.
“Yo me enamoré de España por el pueblo” (se refiere a Benarrabá), cuenta Chio, mexicana de 38 años, al otro lado del teléfono, desde Singapur. Es CEO y cofundadora de una empresa de IA de aprendizaje. Antes trabajó
para grandes empresas durante más de 15 años: “Dirigí comunicaciones regionales en Airbnb, Instagram y Coinbase, en las últimas dos compañías desde Asia».
Chio suele hacer las maletas para vivir y teletrabajar fuera de Singapur varios meses al año. En 2024 ‘aterrizó’ en este pequeño pueblo, a través de Rooral; y este año ha vuelto: “Es como estar en una familia grande, como que te abracen”. El restaurante del hotel; la tienda, que atiende el alcalde… “También significa ahorro. Puedo estar un mes, alquilar la habitación y pagar diez veces menos que en Singapur”.
Ha sido nómada digital por todo el mundo y cree que, en muchos lugares, la cultura se ve impactada: “En Bali, es más fácil encontrar una tostada con aguacate que comida indonesia”, por citar un ejemplo. No descarta regresar a Benarrabá en un futuro: “En ningún otro sitio he visto que mi presencia construya tanto como aquí”.
Nómadas digitales: ¿cuál es el mayor valor que nos aportan? “La innovación intelectual”, más allá del impacto económico, opina Roca. Además, dice, “España lo tiene todo para ser el Silicon Valley del trabajo remoto. Sólo se necesita seguir trabajando en digitalización, servicios al extranjero y marca país”. Fernando Botella cree que “hay que incentivar que establezcan lazos con otros profesionales y organizaciones” en el país, ya que son perfiles “punteros en innovación y sería imperdonable no aprovechar su vinculación con España para que se nutran de ese expertise otros profesionales, y ayudar entre todos a convertir a nuestro país en un hub de innovación en el que los nómadas tengan un papel destacado”.
Y aquí llegamos a la ‘paradoja del nómada’: para Peco, un objetivo puede ser que los nómadas “dejen de serlo en nuestro destino”, se queden como residentes y contribuyan a largo plazo: “Porque, integrados en un lugar, contribuyen al enriquecimiento económico y cultural”. Un codiciado perfil.
