Nautik Magazine

El velero centenario Cariad vuelve a las grandes regatas en la Copa del Rey Repsol de Barcos de Época

Armado por el empresario naviero Tim Hartnoll, esta joya del siglo XIX vuele a formar parte de la élite de la vela tras conquistar en 2023 el galardón Classic Rebuilt Yachts.

Las leyendas nunca mueren. Al contrario, siguen surcando las olas. El Cariad, un queche áurico de 36 metros de eslora construido en 1896, ha regresado a la élite de la vela clásica. Este yate, armado por el empresario naviero Tim Hartnoll, se estrena en la Copa del Rey Repsol de Barcos de Época tras conquistar en 2023 el galardón Classic Rebuilt Yachts, reconocimiento que premió e hizo pública su impecable restauración. Durante estos días está navegando en las aguas de Mahón, donde se celebra hasta el sábado este prestigioso encuentro en el que participan 49 embarcaciones históricas. Así, el público tiene la oportunidad de contemplar en acción a una joya del siglo XIX que, tras más de un siglo de aventuras, ha recuperado su gloria original.

El velero fue concebido por el astillero Summers & Payne de Southampton para Windham Thomas Wyndham-Quin, cuarto conde de Dunraven, quien lo botó en 1896 con el propósito de competir. Su nombre, Cariad -que significa “amado” en galés-, refleja esa vocación especial. Apenas dos años después de tocar el agua, ya había inscrito su nombre en la historia al imponerse en la Copa Vasco da Gama, regata que unía Lisboa con Bombay y conmemoraba el 400 aniversario del descubrimiento de la ruta marítima portuguesa hacia la India. Ese fue el inicio de una carrera brillante que lo llevó a escenarios de prestigio como la Semana de Cowes y a expediciones oceánicas de gran calado.

Una larga historia en la mar

Durante el siglo XX, el Cariad se convirtió en protagonista de innumerables travesías. Sus diferentes dueños lo llevaron desde Sudáfrica hasta las islas del Pacífico, de la Costa Azul al Caribe, e incluso a dar la vuelta al mundo en tres ocasiones. La primera circunnavegación, entre 1920 y 1922, estuvo comandada por los hermanos suecos Sune y Sebastian Tamm, un hito que consolidó la reputación del yate. Sin embargo, el paso del tiempo también trajo etapas más sombrías. Tras una primera remodelación en los años 80, quedó abandonado en Taiwán en 1993. Rescatado después por la Asociación Japonesa de Yates de Chárter, volvió a navegar, pero el destino lo condenó de nuevo al olvido, esta vez en Bangkok. Entre 2006 y 2008 fue reconstruido parcialmente en el astillero PSS Shipyard de Tailandia, pero la crisis financiera interrumpió el proyecto, obligando a venderlo sin terminar.

El deterioro continuó durante más de una década en Singapur, donde la humedad tropical, la falta de cuidados y hasta tres hundimientos parciales redujeron el velero a un estado casi irrecuperable. Maderas podridas, jarcia inservible e interiores arruinados parecían sentenciar su destino. Todo cambió en 2021, cuando Tim Hartnoll decidió hacerse cargo del barco. Consciente de su valor patrimonial, lo devolvió a Tailandia, reunió a parte del equipo que había trabajado en él años atrás y puso la dirección del proyecto en manos del arquitecto naval británico Paul Spooner. El resultado fue una restauración ejemplar: casco renovado con madera tailandesa, interiores reconstruidos en teca, sistemas eléctricos y mecánicos modernizados y un aparejo completamente repuesto.

Hoy, el Cariad conserva el alma del año 1896 pero brilla como un yate moderno, capaz de competir en las principales citas internacionales. Su regreso comenzó hace ocho meses en la Phuket King’s Cup Regatta en Tailandia, continuó este verano en Londres con el 250 aniversario del Royal Thames Yacht Club y ahora escribe un nuevo capítulo en Menorca. No es solo un barco de regatas, es un testimonio vivo de la historia de la vela, un superviviente que, tras siglos de gloria y algún que otro infortunio, vuelve a ocupar el lugar que le corresponde en el universo de las grandes regatas.