Tener un plan. Tanto si pides dinero para reparar tu coche, cerrar el pago de una casa, empezar un negocio o saldar los billetes de avión que compraste para visitar a tu abuela, hacer frente al préstamo es una obligación empresarial. Explica al supuesto prestamista por qué necesitas el dinero, por qué tiene sentido el destino tan planificado de ese dinero y cómo vas a devolvérselo. Sé realista y propón una devolución práctica. Así, sabréis a lo que os enfrentáis.
Déjalo por escrito. Incluso si estás pidiendo dinero a alguien muy cercano a ti, un acuerdo por escrito hará que las dos partes os quedéis más tranquilas (sobre todo si es una gran cantidad de dinero). Un contrato formal muestra que respetas al prestamista y que entendéis que la devolución es obligatoria. Si la cosa se pone fea siempre habrá una devolución pendiente por escrito.
Considera el interés de pago. Si le estás pidiendo a tu padre sus ahorros para tu necesidad, es justo que le ofrezcas cubrir el interés que él está perdiendo durante el préstamo.
Construye un buen historial de crédito. Cuando estás pidiendo prestado dinero, demuestra que eres honesto, pagando a tiempo durante todo el periodo de préstamo y, así, podrás asegurarte próximos préstamos.