El Mediterráneo del siglo XIX fue un escenario de contrastes: comercio en expansión, rutas cada vez más transitadas y, al mismo tiempo, mares inseguros, con piratas y corsarios matándose entre sí por cargamentos y territorios. En ese tablero surge la figura de un marino ibicenco cuya biografía, hasta hace poco enterrada entre el polvo de los archivos, ha vuelto a cobrar vida gracias al libro Pere Sala, el último gran corsario ibicenco, de José María Prats.
La obra traza el perfil de un hombre que reúne la doble condición del corsario: un héroe para su gente y una amenaza para sus rivales. Amparado por las patentes reales y respaldado por la tradición insular ibicenca, Pere Sala convirtió su barco en un estandarte del negocio marítimo en las Pitiusas.
Más allá de los datos históricos, el libro profundiza en una realidad más amplia: Ibiza no fue solo una isla de campesinos y pescadores, sino también un puerto estratégico desde el que se defendían rutas comerciales cruciales para le época. Recuperar la vida de Pere Sala significa también rescatar una parte poco relatada del ADN marítimo balear.
Escrito con agilidad periodística y apoyado en archivos poco visitados, el relato viaja por el Mediterráneo de hace dos siglos y a mirar el mar con otros ojos: como espacio de riesgo, de poder y de identidad. Sala aparece como el último gran representante de una era ya desaparecida, pero que aún late en la toponimia, en las viejas cartas náuticas y en la memoria oral de la isla.
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