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Leni Riefenstahl ¿visionaria del cine o brillante propagandista del nazismo? Un documental lo cuenta

El 1 de agosto se estrenó el documental sobre Leni Riefenstahl en Filmin, icono del cine y polémica figura del nazismo.

La cineasta alemana Leni Riefenstahl (1902-2003) y el camarógrafo Walter Frentz siendo empujados por un asistente en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. (Foto de Keystone/Hulton Archive/Getty Images)

Productora, directora, guionista, actriz, bailarina, fotógrafa… Helene «Leni» Riefenstahl (Berlín, 1902—2003) no fue una mujer cualquiera. Pionera detrás de la cámara, puso su talento al servicio de Adolf Hitler y el Tercer Reich. El pasado 1 de agosto Filmin estrenó Riefenstahl (2024), el documental del alemán Andres Veiel que promete ser el retrato definitivo de Leni Riefenstahl, una de las figuras más fascinantes y perturbadoras del siglo XX.

A más de un siglo de su nacimiento, muchos continúan debatiendo: ¿fue una visionaria del cine o la más brillante propagandista del nazismo?

Su ascenso comenzó con La luz azul (1932), que atrajo la atención de Adolf Hitler tras verla en pantalla. Ese mismo año, Riefenstahl lo escuchó por primera vez en un acto político y confesó sentirse “atrapada por su magnetismo”. Fue mútuo, y a partir de ahí inseparable (a su pesar, porque nunca dejaron de asociarla con las atrocidades cometidas).

Rodó La victoria de la fe (1933) y, un año más tarde, sorprendió al mundo entero principalmente con sus dos películas de encargo del partido nacionalsocialista: en primer lugar El triunfo de la voluntad (1935), la película propagandística más emblemática del Tercer Reich, con medios ilimitados y libertad artística total.

Por otro lado, Olympia (1938), sobre los Juegos Olímpicos de Berlín, una obra técnicamente revolucionaria que le valió premios en Venecia y un galardón especial del Comité Olímpico Internacional. Otra vez, el régimen le dio todas las facilidades: tenía acceso a cualquier lugar del estadio olímpico y disponía de treinta cámaras estratégicamente situadas con sus respectivos operadores. El resultado es más que una obra maestra; no obstante, muchos la criticaron de arma propagandística de primer orden para el nazismo. Ella misma se defendió: «me achacan que hice una película bonita y no entiendo por qué les molesta».

Cuando pidió piedad a Hitler y luego filmó su desfile

Durante la Segunda Guerra Mundial, su relación con el régimen se tensó tras un episodio en Konskie (Polonia), donde se dice que presenció la ejecución de civiles a manos de tropas alemanas. Sin embargo, Riefenstahl asegura que eso no fue así. Según contó después, interrumpió su trabajo para pedirle personalmente a Hitler que detuviera ese tipo de represalias, aunque semanas más tarde filmó su desfile triunfal en Varsovia.

En 1940 retomó Tiefland, para la que utilizó como extras a prisioneros procedentes de campos de internamiento. Décadas después, investigaciones y demandas civiles apuntaron a que muchos de ellos fueron deportados a Auschwitz, lo que la obligó en 2002 a retractarse públicamente de su afirmación de que todos habían sobrevivido.

Un tatuaje de por vida

En la posguerra, Riefenstahl afrontó cuatro procesos de desnazificación que la calificaron como “simpatizante” (Mitläufer). Nunca fue miembro del partido, pero su imagen quedó asociada de forma indeleble a las películas que glorificaron al Tercer Reich. Su reacción a las críticas podía ser explosiva: en una entrevista televisiva llegó a interrumpir y casi agredir a una mujer que le reprochaba haber ignorado las atrocidades del régimen. Defendía que sus obras transmitían “paz, paz, paz”.

Al no poder volver al cine, se dedicó a la fotografía y, ya en sus setenta, a la filmación submarina. Vivió hasta los 101 años y murió a las semanas de cumplirlos debido a un cáncer.

En el documental que ahora la rescata del olvido, se escucha una frase que parece condensar su visión de toda aquella época: “Perdimos la guerra, creo que esa fue la clave”. A base de testimonios, las escasas entrevistas que dio en su vida para la televisión, los escritos que dejó y documentos inéditos de su archivo personal, el documental la retrata a la perfección. Reabren el debate, y dejan claro que la pregunta sigue en pie: ¿arte o propaganda? Independientemente de la respuesta, la grandeza y repercusión del cine de Leni Riefenstahl es indiscutible.

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