Opinión Javier Ortega Figueiral

Emirates a Hangzhou… aunque hay algo más

Desde su primer vuelo a Karachi hasta sus más de 150 destinos actuales, creció a un ritmo del 30% anual en sus primeros años. En China, ya opera 49 vuelos semanales a Hangzhou, Shenzhen, Guangzhou, Beijing y Shanghai, conectando estas capitales con 38 destinos en Europa, 22 en África y 11 en Oriente Medio, incluyendo Madrid y Barcelona.

Su majestad” el Airbus A380 sigue impresionando por todos los aeropuertos a los que vuela (EA)

Estamos en pleno mes de agosto de 2025 y usted leerá este texto a partir del día 11, cuando se publique en la edición digital de Forbes. La semana pasada, en esta columna, les hablé de la salvación, in extremis, del sector de la aviación frente a los aranceles impuestos por el 47º presidente de los Estados Unidos a las economías globales. Reconozco que aquel texto fue deliberadamente breve. El verano invita a lecturas ligeras sobre temas farragosos… pero también a profundizar en los gratos, y a eso voy hoy.

Si son seguidores de estas columnas semanales (gracias) y sin medida ni temática concreta dentro de lo aeronáutico (gracias, Andrés y Joaquín), recordarán el concepto de anemoia, la nostalgia por lo no vivido, del que hablé hace meses. Volví a pensar en ello la semana pasada, volando desde Barcelona a China para estrenar la nueva ruta de Emirates a Hangzhou, el quinto destino chino de la compañía de Dubái.

Mientras el Boeing 777-300ER aterrizaba en esta vibrante ciudad, tras un impecable trayecto vía el superhub de Dubái, no pude evitar pensar: “esto es volar bonito. Muy bonito”.  La clase Business, con unos asientos que se convierten en camas, el sistema de entretenimiento ICE con más de 6,500 canales y un servicio que te hace sentir un invitado de honor, no solo me llevó a la capital tecnológica de Zhejiang, sino que me invitó a reflexionar sobre lo que significa volar hoy.

Un Boeing 777-200 despegando. Este modelo vuela una de las frecuencias diarias de Dubai a Barcelona y desde El Prat a Ciudad de México (EA)

Podría decir que fue “un vuelo impecable” o “un servicio exquisito”, pero quedaría tan típico como corto. En los 60, un vuelo transcontinental en os primeros reactores podía ser un lujo, aunque ruidoso, con cabinas llenas de humo de tabaco; la semana pasada, el trayecto a Hangzhou fue un oasis de calma, con Wi-Fi y platillos con especias árabes digno de un restaurante Michelin.

La Compañía de Dubái

Mientras disfrutaba del asiento-cama, no podía dejar de pensar en cómo la compañía ha transformado la aviación y un estado entero. No es solo una aerolínea; es la materialización con alas de la visión de Dubái. Con apenas 40 años, es joven frente a las clásicas. Fundada en 1985 con dos aviones alquilados a Pakistán, dos trimotores 727 de la familia real y 10 millones de dólares, Emirates surgió del plan del Jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum para hacer de Dubái un centro global de comercio, turismo y aviación.

Desde su primer vuelo a Karachi hasta sus más de 150 destinos actuales, creció a un ritmo del 30% anual en sus primeros años. En China, ya opera 49 vuelos semanales a Hangzhou, Shenzhen, Guangzhou, Beijing y Shanghai, conectando estas capitales con 38 destinos en Europa, 22 en África y 11 en Oriente Medio, incluyendo Madrid y Barcelona.

Cabina de First Class. Esta es la compañía que más asientos de primera clase oferta diariamente en el mundo (EA)

“¿Habrá más ciudades en España donde aterricen sus aviones?”, pregunté al jeque Majid Al Mualla, vicepresidente para asuntos internacionales de la empresa. “Nuestro equipo siempre explora nuevas rutas. Los nuevos aviones que irén llegando, con diferentes capacidades, nos dan oportunidades de entrar en nuevas ciudades, y no descartamos nada si hay potencial para conectarlas con el mundo vía Dubái”, respondió con diplomacia. Una puerta abierta a que, algún día, Emirates vuele desde más aeropuertos de Aena más allá de Madrid y Barcelona.

Dubái está íntimamente ligada a su hub aeroportuario, pasando de un pequeño puerto en el golfo Pérsico a un ícono global. Emirates ha convertido a DXB, su gran aeropuerto internacional en uno de los más transitados del planeta, con 75 millones de pasajeros anuales, muchos en las “clases nobles” (Primera y Business). La Terminal 3, abierta en 2008, y la expansión de las enormes instalaciones de SkyCargo, filial de mercancías en avión en Al Maktoum International son pruebas de cómo la aerolínea impulsa la infraestructura.

Poderío

Emirates lleva la marca Dubai por el mundo. Desde el Emirates Stadium del Arsenal hasta el Santiago Bernabéu del Real Madrid, pasando por el AC Milan o el Benfica, la aerolínea teje su imagen en los corazones y pasiones de los aficionados. Como barcelonés al que felizmente el fútbol no le interesa, disfruto de su servicio sin prejuicios blaugranas cuando veo su marca en la camiseta del Madrid.

Por cierto, a menudo escuchamos que los años 50 y 60 fueron la “edad dorada” de la aviación, llena de glamur. ¿Mito nostálgico? Aquellos vuelos eran caros, exclusivos y a menudo incómodos, con cabinas ruidosas y menos seguras. Hoy, Emirates demuestra que la aviación moderna equivalente es superior. La clase Business en mis vuelos a Hangzhou ofrecía una comodidad que ninguna aerolínea de los 60 podría igualar: asientos-cama, Wi-Fi y un servicio impecable, eficaz y sabroso.

Los salones de Primera Clase en el aeropuerto de Dubai han sido completamente renovados. Esperar un vuelo así es otra cosa (EA)

De los cuatro vuelos, tres fueron en Boeing 777: el primero, un serie -200, que se usan para rutas como Dubai – Ciudad de México vía Barcelona; los dos a China, en el -300; y el último, en el Airbus A380, el buque insignia de la casa. Con 116 unidades, Emirates fue, sigue siendo y será el mayor operador de este gigante, con suites privadas, duchas a bordo y una clase Business que ocupa la practica totalidad del puente superior. Acercarse al salón de a bordo es como entrar en un club privado en el cielo: una barra de madera pulida, cócteles con vistas a las nubes y un espacio para reuniones o estirar las piernas.

Emirates hizo del A380 un icono al que le quedan muchos años por delante gracias a un plan en el que se incluye una modernización de sus interiores con una inversión de 5 mil millones de dólares, incluyendo la implantación de una categoría intermedia: la Premium Economy. La democratización de los viajes ha hecho volar más accesible y placentero. Mientras en los 60 pocos cruzaban continentes, hoy Emirates conecta Hangzhou con el mundo, fomentando el intercambio cultural y económico. La “edad dorada” diría que también es hoy: más segura, cómoda y bonita. Además, el lujo no está reñido con la sostenibilidad. En 2023, la transportista invirtió 200 millones de dólares en reducir combustibles fósiles, y mejoró su sistema ICE, que además de los 6,500 canales, dispone de contenido en 40 idiomas, con lo que el vuelo a Hangzhou fue realmente algo voluntariamente inmersivo.

El centro de la ciudad de Hangzhou desde el piso 27 de uno de sus muchos rascacielos. La gran metrópoli vio nacer a la corporación Alibaba (JOF)

Hangzhou: Destino que Inspira

Esto va más allá de mi columna aeronáutica, aunque quiero destacarlo, pues vuelvo impresionado. No viajaba a China desde 2016, y el acelerón del país es notable. Hangzhou, hogar de Alibaba y de importantes marcas de automoción y tecnología, combina innovación con la belleza del Lago del Oeste, Patrimonio de la Humanidad. Mientras disfrutaba del sistema de entretenimiento, pensé en lo que los aviones de vuelta ya llevaban posiblemente en sus bodegas: chips y componentes de vehículos eléctricos de Hangzhou. Un 777-300 conectando la revolución digital china con Europa, África y América ya en propio o a través de la división vía SkyCargo, que desde Dubái movió 1.6 millones de toneladas en 2024.

China, con 60 sitios Patrimonio Mundial, es una caja de sorpresas. Intentaré no ser demasiado poético, aunque caminando por la orilla del Lago del Oeste, con pagodas reflejadas en el agua, entendí por qué la Unesco lo eligió lugar singular y también vi la razón de la inspiración de poetas y emprendedores. Incluso los billetes locales llevan dibujadas zonas del lago. Hangzhou es una ventana a un mundo de innovación, belleza y economía de una China que está despegando muy, muy fuerte.

Parece un decorado para una película, aunque es una foto al natural de una de las zonas de Hangzhou declaradas patrimonio mundial por la Unesco (JOF)

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