Mallorca, 1866. El investigador Marc Guasch llega a la isla justo en plena celebración de San Magín y los carnavales. La expectación por las fiestas se transforma en un caos: una joven aparece asesinada violentamente en un balneario del puerto de Palma, a los pies de la muralla. Con este pretexto se desarrolla una historia maravillosa para dejarse atrapar en estas tardes de verano.
Mala Mar, la segunda entrega de la saga protagonizada por Marc Guasch después de Isla Negra, consolida a Toni Monserrat como en el siempre difícil género del thriller histórico. De todos modos la novela no es solo una intriga policial, sino un viaje muy cuidadoso históricamente a una isla fascinante y llena de contrastes, marcada por las tensiones sociales y culturales del siglo XIX.
Precisamente, uno de los grandes valores de Mala Mar es su ambientación. Monserrat recrea una Palma decimonónica vibrante, dotando de vida y tensión a cada calle, salón aristocrático y rincón portuario. La riqueza en detalles históricos y el empleo del mallorquín le aportan a la obra una gran autenticidad.
El desarrollo de la trama es ágil pero lento al mismo tiempo debido a que la investigación en tiempos sin tecnología hacían que la observación, la psicología y el trato humano primaran sobre las pruebas forenses modernas. La dosificación de las pistas mantiene la tensión y el suspense hasta el desenlace, en el que el autor demuestra su habilidad para sorprender manteniéndose fiel al espíritu clásico del género.
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