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La media estancia: una palanca empresarial en la economía global del talento

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Mientras el mercado inmobiliario tradicional se mueve entre tensiones regulatorias, inflación y escasez de oferta, una modalidad hasta hace poco marginal está ganando terreno con rapidez y solidez: el alquiler de media estancia. Esta categoría —que abarca estancias de entre uno y once meses— ha crecido un 94% interanual en España, convirtiéndose en una de las fórmulas habitacionales con mayor proyección del mercado residencial.

Pero más allá de sus cifras, la media estancia está emergiendo como una palanca empresarial con impacto transversal: desde la atracción de talento hasta la movilidad corporativa o la revitalización del comercio urbano. En un entorno donde la frontera entre turismo, trabajo y formación se ha difuminado, esta fórmula ofrece flexibilidad al usuario, rentabilidad al inversor y resiliencia a la ciudad.

El nuevo marco de movilidad global

La aceleración del trabajo en remoto, la expansión de los programas de movilidad académica y la aparición de profesionales location-independent han configurado un escenario donde millones de personas se desplazan cada año sin intención de asentarse permanentemente. España, con más de 200.000 estudiantes internacionales y un clima empresarial cada vez más atractivo para nómadas digitales y expatriados, se ha posicionado como uno de los principales destinos en este ecosistema emergente.

A diferencia del alquiler turístico —más volátil, caro de gestionar y sujeto a fuertes restricciones— o del arrendamiento de larga duración —poco flexible y con límites legales crecientes—, la media estancia combina estabilidad, margen económico y libertad contractual. La regulación actual, amparada en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) bajo el alquiler de temporada, permite fijar precios sin tope, no exige licencia turística y no está sujeta a las restricciones de la Ley de Vivienda de 2023.

Oportunidad para propietarios e inversores

Para fondos inmobiliarios, family offices, gestores patrimoniales o promotores, el alquiler de media estancia representa una tipología que reduce la rotación respecto al turismo, mejora el rendimiento por unidad frente al alquiler tradicional y permite profesionalizar la gestión mediante tecnología y plataformas especializadas. Con tarifas mensuales un 35% superiores al alquiler de larga estancia, pero un 40% más baratas que la del modelo vacacional, esta fórmula equilibra margen y sostenibilidad operativa.

A ello se suma la trazabilidad normativa que entra en vigor con el Registro Único de Arrendamientos (NRA) desde julio de 2025, lo que dota de mayor transparencia a un segmento que, hasta ahora, se movía entre categorías difusas. Este marco regulador favorece el interés inversor en activos destinados a alojamientos temporales, especialmente en ciudades con tensiones en el alquiler turístico como Madrid o Barcelona.

La movilidad del talento como ventaja competitiva

En paralelo, empresas y universidades afrontan una nueva realidad: el talento es móvil, exigente y cada vez más sensible a las condiciones del entorno. El alojamiento ya no es solo una necesidad logística; es un factor clave de la experiencia del estudiante internacional o del profesional desplazado. Las compañías que gestionan con agilidad y solvencia este componente ganan en reputación, retención y capacidad de atracción.

De ahí que empiecen a surgir soluciones digitales, capaces de ofrecer a organizaciones e instituciones educativas un ecosistema integrado para gestionar el alojamiento de media estancia, desde la búsqueda y validación de propiedades hasta la resolución de incidencias en tiempo real. En este contexto, no se trata únicamente de facilitar camas, sino de construir experiencias habitacionales alineadas con la nueva economía del conocimiento.

La media estancia no es una moda. Es la expresión inmobiliaria de una transformación más profunda en la forma de vivir, trabajar y relacionarse con las ciudades. Se estima que entre el 10% y el 15% de la fuerza laboral global podría convertirse en location-independent en la próxima década. Quien entienda este fenómeno desde una lógica empresarial —y no solo residencial— podrá anticipar oportunidades de negocio, diseñar mejores productos de inversión y construir propuestas de valor diferenciadoras.

En la nueva economía global del talento, alojar bien es mucho más que dar techo: es comprender las necesidades de los inquilinos, aportarles valor extra a través de servicios y acompañarles durante todo el proceso.

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Óscar Rubio es CEO de Lodgerin.