Conseguir tu primer trabajo a tiempo completo es emocionante, pero una vez que llega la oferta, es fácil pasar del orgullo al pánico. ¿Deberías negociar? ¿Tienes permitido hacerlo? ¿Y si pedir más hace que retiren la oferta? Estos temores son comunes, pero la verdad es que la negociación no es solo para profesionales experimentados.
De hecho, negociar al principio de tu carrera ayuda a sentar las bases para tu crecimiento a largo plazo y demuestra a los posibles empleadores que comprendes tu valor. La clave está en saber cómo abordarlo sin dejar que el miedo te impida avanzar.
A continuación se presentan algunas estrategias menos conocidas, pero poderosas, que pueden ayudarte a negociar tu primera oferta laboral con confianza y sin extralimitarte ni dudar de ti mismo.
Comienza por replantear lo que realmente significa la negociación
La mayoría de quienes buscan empleo por primera vez piensan que negociar se trata de exigir más. En realidad, es una conversación colaborativa sobre idoneidad y equidad. No estás rogando por un favor. Estás iniciando un diálogo sobre cómo tú y el empleador pueden prosperar. El cambio de mentalidad es esencial. En lugar de verte «afortunado» por recibir una oferta, comprende que aportas habilidades, energía y potencial. No eres una carga, sino un activo. La negociación se trata de alineamiento, no de arrogancia.
Aprende a hablar de dinero sin disculparte
Uno de los mayores errores que cometen los nuevos profesionales es tratar el salario como una mala palabra. Si evades el tema, te disculpas por preguntar o explicas demasiado por qué necesitas una cifra mayor, pierdes influencia. Practica decir algo simple como: «Basándome en mi investigación y el alcance de este puesto, esperaba que pudiéramos explorar un salario inicial más cercano a [tu cifra].
Practica decir el número en voz alta
Parece sencillo, pero funciona. Antes de la conversación, acostúmbrate a escuchar tu pregunta con tu propia voz. Practica frente al espejo, dilo a un amigo o grábate. Cuanto más familiar te resulte el número, más fácil será decirlo sin pestañear. Cuando dudas o te trabas, indica incertidumbre. Pero cuando dices tu número como si fuera un hecho (y lo es), eliminas la carga emocional y dejas que tu confianza hable por ti.
Señala que hablas en serio, no que estás desesperado
Hay una delgada línea entre el entusiasmo y la desesperación. Quieres mostrar entusiasmo por el puesto, pero no quieres dar la impresión de que aceptarás cualquier cosa que te ofrezcan. La desesperación se interpreta como falta de opciones, lo que puede debilitar tu posición. En lugar de eso, di algo como: «Estoy muy entusiasmado con esta oportunidad y quiero asegurarme de que sea una buena opción para ambas partes». Esto mantiene la conversación equilibrada y deja claro que piensas a largo plazo, no que te apresuras a decir que sí.
Desarrolla tu influencia con confianza tranquila
Si no tienes otras ofertas, no significa que no tengas influencia. Tus fortalezas, tu potencial y tu comportamiento contribuyen. Prepárate para hablar sobre lo que aportas al equipo, incluso si tu experiencia es limitada. Céntrate en tu capacidad para resolver problemas, tu iniciativa y tu adaptabilidad. No necesitas un currículum de 10 años para demostrar que eres valioso. Solo necesitas demostrar que has hecho tu trabajo y que estás preparado para dejar huella.
Haz que la conversación gire en torno a la compatibilidad mutua
Contratar no es caridad, es estrategia. El empleador está eligiendo a alguien que aportará valor a su equipo. Tu objetivo en una negociación es reforzar por qué eres esa persona. Mantén un tono colaborativo. Intenta: «Quiero que esto sea una excelente opción a largo plazo y creo que puedo aportar mucho en este puesto. ¿Sería posible revisar la compensación para que refleje el valor que estoy listo para aportar?». Esto mantiene la conversación centrada en la colaboración, no en las necesidades personales.
Utiliza una mentalidad centrada en el futuro
Una de las razones por las que muchos que buscan empleo por primera vez dudan en negociar es que les preocupa «meter la pata». Pero la cuestión es la siguiente: no solo estás negociando para este puesto, sino que estás sentando un precedente para los puestos posteriores. Ese aumento se acumula en cada oferta futura que se base en esta. No estás siendo difícil. Estás siendo inteligente. Piensa más allá de tu sueldo inicial y concéntrate en el precedente que estás sentando.
Aceptar una oferta sin negociar no facilita la colaboración; puede hacer que sea más fácil subestimarte. Negociar, cuando se hace con respeto, demuestra que te tomas tu carrera en serio. Demuestra que comprendes los límites, los objetivos y la capacidad de autodefensa, cualidades de un buen empleado. No se trata de aspirar a la gloria. Se trata de sentar las bases sobre las que construir.
Negociar tu primera oferta se trata de honrarte a ti mismo. Has invertido el esfuerzo, las entrevistas, la espera. Ahora es el momento de hablar con claridad y calma. Aunque el número no cambie, el acto de preguntar te enseñará algo poderoso: tu voz importa. Practica usarla ahora y conservarás esa habilidad el resto de tu carrera.
