Es la mejor -o la peor- carta de presentación. Reflejo de salud, autocuidado, confianza… La sonrisa dice de nosotros muchas cosas. Y según el odontólogo Primitivo Roig, está al alcance de cualquiera. “Todo el mundo tiene una sonrisa perfecta, simplemente hay que ayudarle a descubrirla o a diseñarla”, sostiene. Roig lleva años empeñado en conseguirlo demostrando que ir al dentista no es sinónimo de dolor (un 15% de los españoles tiene miedo a esto, según la OMS). Ni se limita a los empastes o a las ortodoncias. Por todo ello, en 2017 fundó Clínicas W, una red de 50 consultas repartidas por el país que aplica la filosofía slow al cuidado bucodental.
Hace ya varios años que acuñó el concepto de ‘odontología slow’, ¿en qué se diferencia de la odontología tradicional?
Es ponerle nombre a una manera de sentir, a una interpretación de cuál es la mejor forma de satisfacer las necesidades de un paciente en materia de salud bucodental, pero también de experiencia en la clínica y del impacto que tiene la mejor versión de la sonrisa en su vida. La principal diferencia es que trasladamos esa filosofía a
una metodología para hacer de la calma y de la excelencia un modelo que sea sostenible en el tiempo, rentable para los profesionales y muy accesible para los pacientes.
Esta perspectiva entronca con otra tendencia muy en boga como es el cuidado bucal consciente, que lleva la idea de la atención plena a nuestros dientes…
La ‘odontología slow’, precisamente señala que lo exprés nos está matando lentamente. Las prisas no son buenas para nada: ni para cocinar, conversar, ir al gimnasio ni para lavarse los dientes o ir al dentista. Defendemos la eficiencia, y slow no significa lento sino en calma.
¿Cómo se consigue trasladar un concepto tan rompedor a una red de 50 clínicas?
Transformando toda esa filosofía en método. Por eso creamos un modelo de escalabilidad para que otros dentistas en otras partes de España pudieran beneficiar a un mayor número de pacientes con ese modelo slow.
“Hay mayor concienciación en tener sonrisas bonitas y funcionales, pero la gran asignatura pendiente es la prevención»
Cada vez más gente se preocupa de la parte estética de la boca, ¿lo notan en consulta?
Se nota que hay mayor concienciación en las ganas de tener sonrisas amplias, bonitas y funcionales, de ahí la creciente demanda de tratamientos estéticos como la ortodoncia que, además, son cada vez más cómodos. Pero me parece importante insistir en que una sonrisa perfecta no solo es bonita, es una que además es sana y que encaja con el paciente y su personalidad.
A pesar de todo, mucha gente se salta las revisiones anuales y, según el Consejo General de Dentistas, uno de cada cuatro españoles no mantiene unos hábitos adecuados de higiene bucodental…
Hay una gran asignatura pendiente: la prevención. Es fundamental que consigamos que el cuidado de la salud bucodental entre en su rutina. Además la comunión entre dentista y paciente aún no ha llegado a su quintaesencia. Arrastramos una herencia -hoy por hoy totalmente injustificada- de que el dentista hace daño, y tenemos que pivotar al modelo ‘pon un dentista en tu vida’, lo que se traduce en paz, felicidad, ahorro y salud.
Para terminar, ¿cuál es su mayor reto como odontólogo y como empresario?
Como odontólogo es uno que se repite a diario, que es el de hacer las cosas bien a la primera y que los pacientes se conviertan en portavoces de lo importante que es la odontología y el poder de la sonrisa. Y como empresario, intentar llevar los beneficios de la ‘odontología slow’ al mayor número de colegas posibles, y en consecuencia, a sus pacientes. Cuanta más gente disfrute este modelo, mejor.
