Barcelona volvió a detener el tiempo este 11 de julio. En la segunda jornada de la XVIII edición de la regata Puig Vela Clàssica, el frente marítimo se convirtió en una galería viva del patrimonio naval internacional. Bajo un cielo de claros y nubes, con viento del sur soplando entre 8 y 10 nudos, las condiciones fueron tan óptimas como exigentes para una flota que no compite por dinero, sino por el honor de mantener viva una tradición centenaria.
Desde las playas de la Barceloneta hasta el horizonte sobre el Port Olímpic, el mar ofreció una postal inigualable: veleros que en su día pertenecieron a JFK, al rey Jorge V o a la realeza monegasca navegaron en formación, ejecutando maniobras audaces que revelan hasta qué punto la historia puede ir de ceñida.
Regatas sin incidentes y maniobras con inteligencia
El comité de regatas dio la primera salida a las 13:00 horas. El recorrido –de 16,8 millas– llevó a la flota desde el Port Olímpic hasta una baliza frente a Masnou y de regreso, con un primer tramo de largo abierto y una vuelta en ceñida casi directa. La suavidad del mar permitió que los barcos alcanzaran buenas velocidades sin sobresaltos, y la estrategia marcó la diferencia.
En la clase Big Boats, el Mariska fue el protagonista desde la salida. Ejecutó una maniobra limpia y audaz: se separó justo a tiempo para virar a babor y cruzar por delante de sus rivales. Aunque el Hallowe’en cruzó primero la meta, fue penalizado por adelantar la salida. La victoria del día se adjudicó finalmente al Mariska, que encabeza con claridad la clasificación general.
Yanira, Clarionet y Stiletto: dominio en sus clases
En Clásicos 1, el Yanira, del Real Club Náutico de Barcelona, navegó con precisión quirúrgica. Su patrón, Jan Heuninck, supo leer el campo de regatas para tomar la delantera desde el desmarque y no soltarla en toda la jornada. Ganó con una ventaja de 25 minutos sobre el Nerissa, que a su vez superó al Kahurangi por apenas 40 segundos. El Yanira lidera ahora la general con 2 puntos, mientras sus perseguidores empatan a 5.
En Clásicos 2, el Clarionet (BC Yacht Club) repitió la victoria del primer día. Su regularidad lo mantiene como líder sólido, seguido por el Kanavel y el Sea Fever.
La categoría Modern Classic vivió una jornada marcada por la resiliencia. El británico Stiletto, penalizado con 3 puntos por una infracción técnica en la jornada inaugural, volvió a dominar el campo de regatas. Le siguió el Melbac –del RCN Barcelona y con Bruno García, navegante oceánico, en su tripulación– y el alemán Legolas. Pese a la sanción, el Stiletto lidera con 5 puntos, igualado con el Legolas.
Época Bermudian y Cangreja: emoción hasta el último segundo
En la categoría Época Bermudian, el italiano Amorita se impuso por apenas 20 segundos al británico Argyll, mientras el histórico Manitou cerraba el podio de la jornada. Con dos victorias en dos días, el Amorita lidera firmemente la general.
En Época Cangreja, el Scheherazade del RCN Palma conquistó la jornada por delante del Le Temps Perdu, que aún conserva el liderazgo global.
Una ciudad testigo de una competición única
No hubo sobresaltos, pero sí emoción medida en segundos y maniobras milimétricas. Lo que distingue a esta regata no es solo el nivel de las embarcaciones –auténticas obras de arte restauradas con precisión–, sino el contexto: Barcelona como telón de fondo, convertida por un instante en capital mundial de la vela clásica.
La Puig Vela Clàssica no es solo una competición: es una declaración de principios. Aquí, los barcos no solo se miden por su velocidad, sino por su historia, su alma y la maestría de quienes los gobiernan. En esta segunda jornada, se confirmó una vez más que cada prueba es una coreografía donde tradición y técnica se dan la mano.
Mañana se disputará la última jornada. Queda aún espacio para la sorpresa, pero también para seguir celebrando este encuentro único entre mar, memoria y perfección náutica.