En primer lugar, has de saber de qué se va a tratar y dominar los puntos del día, lo que te permitirá hacer incursiones útiles y provechosas. Recoge datos y dale una forma lógica antes de lanzarlos en público.
Asimismo, la calidad es más importante que la cantidad en las intervenciones, por lo que deberás de comedirte si no quieres quedar como alguien intenso y poco razonador. Una intervención a última hora quedará en la mente de los presentes y puede aportar más soluciones que una en los primeros momentos.
Tomar notas y escuchar atentamente se hace necesario si quieres llegar a tener una idea fiel de lo que se trata en la mesa, por lo que una agenda y un bolígrafo serán tus mejores aliados. Además, así parecerá que pones interés real en las intervenciones y serás respetado en tu turno por los mismos compañeros.
Algo importante también es tener un punto de vista fuerte y marcado, que pueda aportar algo realmente. Quedarte en medias tintas no hará sino pasar desapercibida tu aportación al grupo. ¿Estás seguro que no quieres ser tenido en cuenta?
Por último observa quién te rodea, ¿puedes emitir esa valoración sin prejuicios? Quizás tu opinión pueda molestar a alguien. No olvides además ser positivo y dar las gracias antes de acabar por formar parte de la reunión.