En 2024, Apple sorprendió al destinar un récord de 31.400 millones de dólares a investigación y desarrollo (I+D), superando incluso el presupuesto total de la NASA, que ascendió a 24.900 millones ese mismo año. Esta cifra no solo refleja el enfoque agresivo de Apple en áreas clave como inteligencia artificial, chips personalizados, sensores de salud y futuros productos como el rumorado Apple Car, sino también su capacidad de innovación tecnológica al nivel de instituciones históricamente dedicadas a la exploración científica como la NASA.
El contraste entre ambas entidades es significativo. Mientras la NASA concentra sus esfuerzos en misiones de exploración espacial como Artemis, la investigación aeronáutica y telescopios como el James Webb, Apple dirige su presupuesto al desarrollo de productos de consumo masivo, como iPhones, iPads, Macs y servicios digitales. La intensidad de I+D de Apple, medida como porcentaje de sus ingresos, ha alcanzado niveles no vistos desde antes del lanzamiento del iPhone, lo que evidencia un renovado ciclo de innovación.
Pero, esto no acaba aquí, al contrario. En 2025, Apple redobló su apuesta. En febrero, la compañía anunció una inversión de 500.000 millones de dólares en Estados Unidos durante los siguientes cuatro años, enfocados en ingeniería de diseño de chips, inteligencia artificial y manufactura avanzada. Esto incluye la creación de 20.000 nuevos empleos, la apertura de una instalación de ensamblaje de servidores en Houston y la duplicación de su Advanced Manufacturing Fund a 10.000 millones de dólares. La inversión refuerza el compromiso de Apple con la producción nacional de tecnologías estratégicas y la infraestructura digital para Apple Intelligence.
Mientras tanto, la NASA enfrenta una realidad presupuestaria opuesta. Para el ejercicio fiscal de 2026, se ha propuesto un recorte del 24 %, reduciendo su presupuesto a 18.800 millones de dólares. Esto pone en riesgo programas cruciales como el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), la nave Orion, la misión de retorno de muestras de Marte y el telescopio espacial Nancy Grace Roman. Incluso la investigación sobre el cambio climático y los vuelos tripulados podrían verse afectados, además de posibles despidos que afectarían hasta un tercio de la plantilla.
La comparación entre ambas organizaciones pone de manifiesto el creciente poder del sector privado en el impulso de la innovación tecnológica. Apple no solo supera en recursos a la agencia espacial más importante del mundo, sino que también concentra su inversión en áreas con impacto directo sobre el consumidor, como la IA generativa, servicios en la nube y diseño de hardware. Al mismo tiempo, la NASA -dependiente del presupuesto federal y de decisiones políticas- enfrenta restricciones que limitan su capacidad de liderar exploraciones científicas de largo plazo.
