No hay comida que se precie sin el maridaje de un buen vino. Sin embargo, hasta llegar a la mesa esta bebida ha de pasar por un largo proceso de producción que va desde el campo hasta la botella. Las viñas de cada bodega son el emblema de la marca y el agua que nutre sus uvas un bien de extrema necesidad. Y no solo para el producto. Por eso la creciente irregularidad en las precipitaciones y las temperaturas extremas han llevado a numerosas bodegas a dar la voz de alarma y a desarrollar técnicas sostenibles para el cuidado y preservación de su producción. Porque la sostenibilidad va más allá de un simple propósito, es un fin en sí mismo.
La viña es una planta muy sensible a las variaciones en el agua disponible y las temperaturas extremas. Una realidad que es reseñable en un contexto donde el sector vitícola se encuentra con un gran desafío en el horizonte: el cambio climático. Por eso bodegas como Familia Torres han decidido dar un paso adelante en la gestión de sus recursos hídricos con el fin de optimizar sus procesos para poder seguir ofreciendo una calidad de excelencia.
De hecho, en este caso hay que destacar el programa ambiental Torres & Earth nacido en 2008 con el objetivo de adaptarse, mitigar y concienciar frente a la emergencia climática. Para ello, en esta bodega apuestan por el aprovechamiento de las aguas pluviales a través de la captación del agua de lluvia en 22.500 m2 de tejados; la regeneración y reutilización del agua de proceso depurada mediante la instalación de una planta propia de regeneración del agua que permite realizar un tratamiento terciario avanzado que logra reutilizar cerca del 50% del agua para riego, limpieza y refrigeración; la recirculación del agua de enjuague de las botellas en la planta de embotellado, así como la recuperación de agua de las purgas de las torres de refrigeración. Con estas acciones, Familia Torres también ha logrado reducir un 18% en el consumo de agua en bodega entre 2016 y 2024.

Y no solo eso, la transición hídrica de Familia Torres llega hasta el viñedo. En primer lugar, mediante la selección varietal que ha llevado a esta reconocida bodega a apostar por los portainjertos y clones más tolerantes a la sequía en las nuevas plantaciones. También mediante la instalación de sistemas de riego por goteo más eficientes. Y por último, a través de la incorporación de la viticultura regenerativa, la cual ha permitido ya en unas 500 ha de terreno incrementar la materia orgánica en el suelo y mejorar la retención de agua frente a la sequía.
“La innovación es clave para afrontar los retos que el cambio climático impone a la viticultura, especialmente en el arco mediterráneo donde la escasez de agua se ha convertido en un desafío crucial”, destaca Mireia Torres, directora de Innovación y Crecimiento de Familia torres. Por ello, recalca ésta, desde la bodega se encuentran “convencidos de que solo a través de la investigación y la colaboración podremos asegurar la sostenibilidad del sector”. Un campo que se ha visto beneficiado por las lluvias de los últimos meses, pero que no deja de ver en el horizonte un problema estructural denominado sequía.
