“El propósito” fue uno de los aspectos fundamentales por los que Álvaro Vázquez (Ourense, 53 años) decidió aceptar la propuesta laboral que le ofrecía Securitas Direct para empezar a trabajar en 2016 en la multinacional de seguridad. Cinco años antes le había visitado un comercial de la empresa. En esa época, Vázquez trabajaba para una multinacional gallega del sector textil: “Yo vivía entonces en una urbanización. Soy padre de familia, tengo tres hijos, y la seguridad era algo que me preocupaba bastante. La persona que me visitó me dio tranquilidad y seguridad con el modo en que me explicó el producto y sus bondades”.
De Galicia a Madrid
El motivo que le terminó de decidir para trasladar su residencia de Galicia a Madrid surgió mientras esperaba en la recepción de Securitas Direct para ser entrevistado. En ese espacio de tiempo pudo fijarse en “la gente que pasaba por ahí y en la diversidad que había en las caras. ‘Yo quiero trabajar aquí’, me dije”. Pero puede que el propósito fuera lo fundamental, ya que, como explica, el trabajo de los empleados de Securitas Direct “salva vidas”. Ese es, también, uno los grandes argumentos para contratar a expertos internacionales en tecnología, porque además de una empresa de seguridad, Securitas Direct es una empresa tecnológicamente puntera, que compite con la primerísima división de las empresas tecnológicas mundiales como, por ejemplo, Google o Apple.
La empresa necesita contar con la tecnología más avanzada –un rasgo en el que, tal vez, no se incide– y frente al glamour que puede suponer para un ingeniero trabajar en Silicon Valley, Securitas Direct ofrece, en contrapartida, que un avance tecnológico que posibilita una respuesta a una situación alarma unos segundos más rápido, puede suponer salvar la vida a un cliente afectado por un incendio, un malestar repentino e inesperado, o un asalto. Y ese es “un aspecto diferencial”.
«Personas que protegen a personas»
Cuando comenzó a trabajar en Securitas Direct, Vázquez reconoce que su conocimiento de la empresa se limitaba a lo que sabía de ella como simple cliente, pero enseguida se quedó enganchado al concepto de «personas que protegen a personas». Su entrada coincidió con un importante crecimiento en el número de empleados, que casi triplicó su número en muy poco tiempo. Y ese crecimiento supuso “implementar determinados procesos y una apuesta clara por promocionar el talento interno, es decir: crecer haciendo crecer. Los cambios que hubo que aplicar no fueron porque se estuviera haciendo nada mal, sino, simplemente, porque nos multiplicamos por tres, también en el número de clientes. Y había que conseguir que siempre que el cliente tuviera una incidencia, la respuesta fuera excelente: nos dedicamos a la protección de las personas, lo que exige un nivel de compromiso excepcional, que tiene que estar impulsado por el propósito común que nos caracteriza, que es ser ‘personas que protegen a personas’ y que está en la base de nuestra cultura”.
Ejemplo de esta cultura es que, cuando se ha resuelto una emergencia , si el cliente accede, se posibilita “conocer al operador, a la persona que trabaja atendiendo llamadas”, por el vínculo emotivo que se genera y para que “el empleado sea consciente de que ha salvado una vida o un negocio. Esa conexión con el propósito, que en otras compañías son palabras bonitas en un cuadro en la pared, aquí es verdad”.
