Piensa en lo que salió bien
Es probable que haya partes de la entrevista en las que hayas brillado aunque tú no lo creas. Quizá la conversación con el reclutador iba genial hasta que has llegado a las preguntas en inglés. ¿Ves? Ya sabes qué es lo que tienes que mejorar: el inglés, no a ti mismo y cómo responder a las preguntas.
Aprende de los errores
Ahora que sabes qué has hecho mal, trata de prepararte para que no te pase lo mismo en futuras entrevistas. ¿Llegaste tarde? Sal antes de casa la próxima vez. ¿Tienes el inglés oxidado? Retoma tu práctica del idioma y no te presentes a puestos para los que exijan mucho dominio hasta que lo refresques. Y así, con cualquier error.
No seas duro contigo mismo
Los nervios pueden jugar malas pasadas a cualquiera, la inexperiencia también, pero no por eso debes torturarte. Además, puede que toda la culpa no sea tuya, sino que dieras con un reclutador desastroso que te ha hecho flaquear. Admite tus errores y mejóralos, pero pensar que no sirves para nada y ponerte catastrofista sí que no sirve.
Aprovecha la nota de seguimiento o agradecimiento
Si tienes suerte y has pasado de ronda, aprovecha la de seguimiento, sino, la de agradecimiento, para comentar al reclutador lo que creas que es importante y olvidaste decir. No se trata de echar un órdago a la desesperada a ver si cambian de opinión sobre ti, sino de hacer que vean que eres una persona atenta y exigente.
No pidas perdón
Todo el que tiene boca se equivoca, así que lo tuyo no es un cas excepcional y no debes disculparte por no ser el candidatos ideal. Si ha salido mal, otra vez será, pero lo último que debes hacer es arrastrarte y pedir perdón por no ser lo que buscan o haber hecho una entrevista que tú consideras por debajo de tus capacidades reales.