1. Sabes qué quieres hacer y, sobre todo, qué NO quieres
Y eso es muy complicado de conseguir. Cuando llegamos a una empresa nos encontramos perdidos al principio, confusos… solemos decir “sí” a todo aquello que nos encargan y sin rechistar. Pero cuando empiezas a saber marcar las líneas de lo que quieres conseguir y de por lo que no quieres pasar bajo ningún concepto, significa que estás haciendo las cosas bien.
2. Has ascendido en el tiempo que llevas en la empresa
Sin darte ni cuenta, tienes muchas más responsabilidades que cuando llegaste. Oye, quizás no estés en tu despacho propio, ni tu cargo haya cambiado de nombre, pero de pronto te ves involucrado en proyectos importantes, o con más responsabilidades que en tus inicios. Eso significa que algo estarás haciendo más que correctamente, ¿no?
3. Tus compañeros acuden a preguntarte y pedirte consejo
¿Te has parado alguna vez a pensar por qué eres un referente para tus compañeros? ¿Por qué acuden a ti siempre que tienen una duda o quieren saber tu opinión? Eso sólo demuestra y dice cosas buenas de ti y de tu forma de trabajar. ¡Siéntete orgulloso!.
4. Y tus jefes también tienen en cuenta tu opinión
¿Crees que eres uno más en la empresa? Piensa porqué entonces tus jefes siempre tienen tu opinión tan en cuenta y porqué siempre te preguntan en cuanto a temas importantes. Eso quiere decir que te están valorando como mereces como profesional y que vas por muy buen camino…
5. Has dejado de darle mil vueltas a cada cosa que haces
Ya no dudas tanto, ya no te tiembla el pulso antes de enviar un trabajo o proyecto. Has encontrado seguridad y tranquilidad en tu puesto de trabajo, algo que denota muchas cosas y todas buenas. Eso no quiere decir que te haya dejado de interesar tu trabajo, si no que has aprendido a tener seguridad en lo que haces.