1. No saben de lo que eres capaz…
…o lo que es peor, lo saben pero no lo tienen en cuenta. “¿Susto o muerte?” Hay trabajos en los que ni siquiera nos han dado la oportunidad de demostrar lo que valemos. O lo que es peor, lo han hecho y después de dar lo mejor de nosotros mismos nos han relegado a una segunda fila laboral.
2. Estás completamente congelado en tu puesto
Tu CV se estancó hace años, hace meses que no te dan un proyecto interesante, todos los días son exactamente igual que el anterior, no te sientes motivado… En fin, ¿qué más motivos necesitas para saber que en esa empresa estás perdiendo el tiempo?
3. Tu jefe no cuenta contigo
No es que no surjan cosas interesantes en el negocio, es que surgen y no te dejan formar parte de ellas. Y eso te agobia, te entristece e incluso te desespera. Lógico. Antes de tirar la toalla, no dudes en hablar con tu jefe sobre el asunto. Hazle saber lo importante que es para ti que cuenten contigo, que quieres seguir siendo parte activa de la empresa. Si ni por esas valoran tu potencial… huye en busca de quien sí lo haga.
4. Sientes que has olvidado cosas que sabías cuando entraste en la empresa
Entraste motivado, ilusionado y con ganas de poner sobre la mesa todo lo que sabes… y ahora ves que todo lo que sabías ha quedado relegado a un lado, arrinconado en tu cerebro… tanto que a veces parece que lo has olvidado todo.
5. Tienes ganas de hacer muchas cosas a las que se te ponen barreras
Vale, te involucras en proyectos… pero lo haces más bien de una forma pasiva ya que a la hora de la verdad no tienen en cuenta tus propuestas, le ponen trabas a tus ideas, no te dejan participar de una forma activa… Te sientes un mueble más de la sala de reuniones que una pieza fundamental del equipo.