Hora de mujer

Así es el ‘rally’ femenino más exclusivo del mundo

¿Quién dijo que a las mujeres no les interesan los coches? El Rallye des Princesses Richard Mille lo desmiente.

Foto: Cortesía Richard Mille

«He hecho este rally cinco veces, y me he perdido por el camino en muchas ocasiones», cuenta Amanda Mille, directora de marca y asociaciones estratégicas de la compañía relojera Richard Mille. «Mis mejores recuerdos son de cuando participé con mi hija mayor hace tres años. Y una de las anécdotas más divertidas que tengo se produjo con [Marguerite] Margot Laffite [piloto de carreras, presentadora de televisión francesa y embajadora de Richard Mille]. Estábamos en un gran atasco, unos 80 coches esperando uno detrás de otro, y algunas participantes empezaban a cansarse. Así que cogimos unos altavoces y empezamos a cantar en medio de una rotonda. Con Margot siempre es divertido. Todos tenían altas expectativas con respecto a nosotras, y el primer día nos quedamos sin combustible en medio del campo».

Llevo muchos años asistiendo a eventos organizados por firmas relojeras de postín, y doy fe de que el Rallye des Princesses Richard Mille es, sin duda, uno de los planes más intensos y memorables de los que se puede formar parte. En la «carrera de las princesas» no toman la salida hijas de reyes ni heroínas de Disney, sino apasionadas de los coches de coleccionista con bolsillos desahogados que, volante o cronómetro en mano (se compite en pareja: piloto y copiloto), recorren Francia disfrutando de paisajes, experiencias y alta gastronomía en un paréntesis irrepetible en sus vidas. Aquí prima el hedonismo, pero también el esfuerzo y el afán de superación. No es un paseo primaveral, sino una dura prueba de sinuosas curvas y peraltes vertiginosos.

Lo mismo tiene de divertida que de trabajosa: en la pasada edición del Rallye des Princesses Richard Mille, que tuvo lugar a finales de mayo, las concurrentes, llegadas de los cinco continentes, recorrieron 1.700 kilómetros en automóviles antiguos (propios o alquilados) de los que había que obtener el máximo rendimiento. La estética admirable de estos bólidos delicados que hay que mimar maquillaba en ocasiones su carencia de aire acondicionado, de habitáculos espaciosos y de una dirección asistida (un monumento a quien la inventó) que facilitara la tarea. Porque todo eso es también este rally, uno de los retos de automovilismo femenino más prestigiosos del mundo.

El objetivo

En él se premia la regularidad, no la velocidad. La prueba transcurre durante cinco días por carreteras públicas y abiertas francesas que conectan localidades bellísimas, y la idea es mantenerse lo más cerca posible de la velocidad media objetivo, recorriendo una distancia determinada a lo largo de un itinerario programado. Si el papel del piloto es forzoso, el del copiloto resulta crucial. Bolígrafo en ristre, es quien indica al conductor a qué ritmo debe proceder y qué sendas tomar. Un sentido de la orientación agudo es indispensable para no perderse con el libro de ruta y sus directrices, porque aquí no hay GPS que valga.

Si bien el ambiente que reina es de camaradería, algunas participantes se muestran más competitivas que otras. La energética Amanda Mille, el alma de la carrera, es de las que va a disfrutar. «Hay parejas que solo se hablan para dar o recibir instrucciones. Por eso son las que ganan. Pero, o ganas o te diviertes, y aunque algún día me gustaría estar en el podio, no veo cómo. No estoy lista para renunciar a la diversión. Aunque nos encanta que la gente siempre esté ansiosa por superarse a sí misma. Estas chicas están aquí no para ganar, sino para demostrarse algo a sí mismas». En general, si surge algún percance (un pinchazo, un rumbo equivocado), además del socorro de los miembros de la organización también puede llegar la asistencia de alguna compañera.

No solo diamantes

Entre las participantes hay invitadas de Richard Mille: empleadas, periodistas y, por supuesto, clientas, que conducen con los relojes altamente técnicos y generalmente coloridos de la enseña. No en vano, el propio Richard Mille, cofundador de la marca que lleva su nombre junto a Dominique Guenat, es un apasionado del motor (en su castillo francés guarda una colección de automóviles importante), un universo que le ha inspirado a la hora de innovar y de aplicar materiales inéditos a sus relojes.

«Nos apasionan los coches, especialmente los clásicos, y nuestros relojes tienen en común con el rally la tecnicidad», apunta Amanda. «Además, hace tiempo que la marca se ha mostrado muy proactiva con las mujeres. Durante mucho tiempo se pensó que ellas solo querían diamantes hermosos y cosas bonitas. Nadie se había dedicado a introducirlas en el mundo de los mecanismos. De hecho, cuando les llevamos a visitar la manufactura, hacen muchas más preguntas que los hombres, y más técnicas. Quizás ellos no entran tanto en los detalles. Las marcas debemos tomarnos tiempo para explicarles, y no asumir que solo se interesan por la estética».

Además de adrenalina y rugido de motores, el Rallye des Princesses Richard Mille exuda glamour. En la inscripción, que cuesta 8.700 euros por equipo, están incluidas no solo la asistencia mecánica diaria y las estancias en hoteles de cuatro y cinco estrellas, sino el champán con el que se recibe en meta a las partícipes, el karaoke que ameniza alguna velada y la cena de gala de la ceremonia de premios. Y no solo se recompensa la regularidad; también la elegancia. Es un espectáculo ver cómo se visten con prendas idénticas pilotos y copilotos, cuidando sus atuendos confeccionados por Chanel, Hermès y demás fimas de prestigio hasta el último detalle.

De París a Saint-Tropez

En la edición de 2025, el punto de partida ha sido la histórica y céntrica Place Vendôme de París, donde los coches se apostaron en fila frente al celebérrimo hotel Ritz y a las boutiques de las firmas joyeras con más solera para deleite de los aficionados al motor que pasaban por allí. Turistas y curiosos se tomaban fotografías con las participantes (214) y preguntaban datos sobre sus vehículos, fabricados entre 1946 y 1991, entre los que había modelos míticos como el Porsche 356 de 1964, el Triumph TR6, el Austin Mini Cooper de 1991, el Ferrari 275 GTS de 1966 y el Pontiac Firebird de 1988.

De ahí, la caravana de bólidos partió hacia su destino: la encantadora villa gala de Saint-Tropez, con parada y fonda en Dijon, Annecy y la provenzal Aviñón, antes de alcanzar el Mediterráneo. Los paisajes idílicos, uno de los alicientes del Rallye des Princesses Richard Mille, incluyen lagos turquesas, montañas de un verde reventón y la calidez y el refinamiento de la Costa Azul. Pero si los finales de etapa son deslumbrantes, no se quedan atrás las pequeñas paradas para comer o para tomar un tentempié que se suceden por el trayecto: palacetes, viñedos, fuertes, castillos, pueblos con encanto…

Bien es cierto que no hay mucho tiempo para el disfrute porque la carretera llama, pero la organización de cada receso es impecable. Lo dispone todo la compañía Peter Auto, especializada en la organización de eventos de carreras de coches históricos, como rallies, concursos de élite y carreras en circuito, tipo Le Mans Classic. Aunque el concepto lo desarrolló desde 1999 la francesa Viviane Zaniroli, vinculada a la industria automotriz. Quizás pensó en la primera carrera reservada para mujeres, que se remonta a 1929: la París-Saint-Raphaël, que duró hasta los años 70.

Como aquélla, esta aventura entre bujías y chaneles demuestra que las mujeres que compiten en ella son más guerreras que princesas.