Perdiendo el tiempo por alguna red social la tarde del sábado, escuché a unos jóvenes cantar en una azotea las canciones que a su edad solían gustarme. Algo entre Duncan Dhu y Sabina y Viceversa, con aires de Mecano. Algo agradable, muy lejos del carril central que hoy ocupan artistas como Mike Towers, Saiko, Rauw Alejandro o Bad Bunny. Digo los nombres que me suenan de lo que escucha mi hija.
Sorprendido por la novedad, por la frescura, leo sobre ellos y me doy cuenta de que han creado un grupo que se llama Avenida, y les contacto por Instagram para poder escribir este artículo.
“Hay un algo que está volviendo”, me dice Lorenzo, uno de los integrantes del grupo. “Hay una necesidad en la industria musical de algo que tenga valor y no sea meramente comercial”. Lorenzo Marquina, 20 años, de Bilbao, junto con Jacobo Lois, de Alicante; Nacho Gómez, de Don Benito-Badajoz; Pablo Medina, de Toledo; y Borja Carrera de Vigo, los últimos cuatro de 18 años, se conocieron en 2024 en el Colegio Mayor Moncloa de Madrid mientras estudiaban sus respectivas carreras.
Se juntaron por el gusto de hacer música y el sueño más o menos dormido que los cinco tenían de dedicarse algún día a este oficio. Borja tiene el conservatorio de guitarra y su padre toca en una banda; Jacobo toca el piano, la batería y la guitarra, “y aunque Nacho y yo” -dice Lorenzo- “al principio cantábamos como cantábamos en la ducha, hemos aprendido a afinar”.
Compusieron algunas canciones, versionaron las de sus artistas más queridos y subieron su trabajo a las redes. Pronto ADA y Warner Chappell, distribuidora y editorial del grupo Warner respectivamente, les “descubrió” y apostó por ellos. El 30 de mayo publicaron su primera canción, “Si te vas”. El éxito ha sido fulminante. “Tenemos repertorio para continuar publicando unos cuantos sencillos y después del verano estamos pensando en hacer, más que una gira, una ruta por España”.

Avenida como empresa -o como emprendimiento- es muy del siglo XXI. Su nacimiento ha sido digital, sin inversión, y la difusión en las redes les ha servido para que una grupo importante como Warner Music Group se haya fijado en ellos y haya apostado por su carrera. A la vez, Avenida tiene mucho de clásico, con el colegio mayor, la amistad, el gusto por la música y la inquietud creativa como principales ingredientes. Son unos chicos muy de su generación pero que de alguna manera mantienen el vínculo con las anteriores, sobre todo por su concepción de la música como algo más que un producto, “para que la gente pueda conectar con su vida y situaciones a través de nuestras canciones”.
Entre sus referentes clásicos citan a Mecano, a Sabina, a Serrat y a los Beatles. Sus inspiraciones más recientes son Malmö, Morat, Inazio, Heykid o Íñigo Quintero. “Estamos muy agradecidos con la oportunidad que ADA y Warner Chappell nos han dado, y de la ayuda que hemos recibido, porque estamos aprendiendo de cero. Tuvimos una sesión creativa, fundamental para nosotros, con David Otero, el guitarrista y compositor de ‘El canto del loco’ y la suerte de poder componer nuestra primera canción con Michael Foster y Chechu, y de producirla con Fernando Boix”.
En casa, como siempre, los padres asisten con orgullo a los logros de sus hijos y la preocupación por sus estudios. Todos tienen claro, de momento, que van a acabar sus carreras. Pero si el éxito continúa creciendo compatibilizarlo todo se va a convertir en una incómoda conversación pendiente.
Es dominante un cierto discurso pesimista sobre nuestra era. Se dice, con demasiada ligereza y frecuencia, que vamos a dejar a nuestros hijos un mundo peor del que encontramos. Pero la verdad es que cualquier demostración de talento tiene su oportunidad en el mercado. A estos chicos les han hecho falta muy pocos recursos para poder desarrollar su talento, mostrarlo y que una empresa lo haya entendido y haya apostado por él. Son facilidades muy de 2025, que autores que fueron jóvenes hace muchos años seguramente no tuvieron, o les costó más. Vivimos en un mundo extraordinario. También peligroso y también decepcionante, como lo ha sido en todas sus edades a lo largo de los siglos. Pero es perdedor caer en la tristeza y la desesperanza y aunque cambien las modas y los estilos, siempre querremos escuchar a quien tenga una buena historia que contarnos.

