Brian Wilson (Inglewood, California, 1942–2025), una de las más grandes personalidades del mundo del pop y el rock estadounidense, ha muerto nueve días antes de cumplir 83 años. Su familia ha anunciado la muerte en la cuenta de Instagram @brianwilsonlive, sin especificar ni dónde ni cuándo ha fallecido, y sin explicar tampoco la causa de su muerte. A principios de 2024, tras la muerte de su esposa Melinda, un juez federal había concedió la tutela a los representantes del músico debido al “importante trastorno neurocognitivo” que sufría y habérsele diagnosticado demencia.
Brian Wilson fue el líder y principal compositor de la banda californiana Beach Boys, la principal representante del conocido como surf pop, un espejo del estilo de vida californiano caracterizado por el hedonismo de la vida al lado de la playa y el sol, aunque, curiosamente, nunca se hubiera subido a una tabla de surf. La banda la fundó en 1961 junto a sus hermanos menores Carl y Dennis Wilson (ya fallecidos también), su primo Mike Love y su amigo, Al Jardine. Mike Love aportaba su genio para la letra y el concepto y Brian Wilson el suyo para la melodía. A principios de los años sesenta dejaron una estela de 13 singles en el Top 10 en pocos años, de los que tres llegaron al número 1: “I Get Around”, “Help Me, Rhonda” y “Good Vibrations”. Sin embargo, su carrera personal fue una auténtica montaña rusa: estuvo en lo más alto, pero cayó a lo más bajo, personificando lo que significa ser un genio hundido por su lucha contra la adicción a las drogas y las enfermedades mentales.
Fue el joven seguro de sí mismo que cantaba a un mundo ideal de playas, tablas de surf y guapas “barbies” de playa. Pero, interiormente, era un músico inestable que sufrió la presión del enorme éxito alcanzado y, tras una crisis nerviosa, decidió no volver a salir de gira con la banda. Eso no significó que permaneciera inactivo: él solo se bastó para escribir “Pet Sounds”, uno de los álbumes más importantes de la historia de la música, según la opinión unánime de la crítica, en el que se experimentó con elementos no musicales como cucharas, latas de Coca-Cola, botellas de plástico, timbres de bicicleta y perros ladrando. No sólo inventó la técnica de grabación que se utiliza desde hace décadas, en la que las distintas pistas de audio se graban individualmente y luego se mezclan, sino que enseñó a tres generaciones de jóvenes músicos cómo debe sonar la canción perfecta.
Paul McCartney dijo en una ocasión que “’Pet Sounds’ nos inspiró a mí y a los otros Beatles para hacer ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’”. Probablemente no haya mayor cumplido, pero el precio de esta hazaña fue alto: Brian se hizo adicto a las pastillas y al hachís, al LSD y la cocaína para potenciar su creatividad.
Brian quiso superar a los Beatles con su siguiente álbum, “Smile”, pero fracasó. Sus problemas psicológicos se apoderaron por completo de él, empezó a oír voces y acabó en las garras del dudoso psiquiatra Eugene Landy. El disco quedó inacabado, aunque se llegó a lanzar como single uno de sus más grandes éxitos, “Good Vibrations”. Para acabar de terminar el desastre, en pleno estupor drogadicto cedió los derechos del nombre Beach Boys a su primo, Mike Love. Wilson pasó años en tratamiento psiquiátrico hasta que, a finales de los noventa, estuvo listo para escribir nuevas canciones y volver a dar conciertos, aunque jamás recuperó el refulgente brillo del éxito de sus cinco primeros años de trayectoria musical.
