El polémico y muy publicitado enfrentamiento de Elon Musk con el presidente Donald Trump la semana pasada podría tener importantes repercusiones para el negocio, especialmente para Tesla. El conflicto comenzó cuando Trump presentó su Big, Beautiful Bill, una iniciativa expansiva de impuestos y gastos que Musk criticó en X como una «abominación repugnante» que inflaría la deuda nacional. La reacción de Musk sorprendió a los participantes del mercado, especialmente teniendo en cuenta que, según los informes, había invertido casi 300 millones de dólares en la campaña presidencial de Trump para 2024 y acababa de dimitir como asesor cercano del presidente poco más de una semana antes. Trump tomó represalias contra Musk a través de su plataforma en las redes sociales, amenazando incluso con «poner fin» a la ayuda federal a las empresas controladas por Musk. Las tensiones aumentaron cuando Musk compartió –y posteriormente borró– una publicación que vinculaba a Trump con documentos sellados relacionados con Jeffrey Epstein. Aunque Trump suavizó momentáneamente su postura expresando que «deseaba lo mejor a Musk», más tarde advirtió de «consecuencias muy graves» si Musk cooperaba con los demócratas durante las elecciones legislativas de 2026. Ahora que no cuenta con el favor del presidente, Musk se enfrenta a una auténtica amenaza. Trump sigue ejerciendo autoridad para modificar las políticas de forma que podrían afectar negativamente a las amplias aventuras empresariales de Musk, especialmente Tesla, que no se beneficia de las protecciones de los contratos federales de las que goza SpaceX como socio clave de la NASA y la Fuerza Espacial.
La silenciosa dependencia de Tesla del Gobierno
El Big, Beautiful Bill plantea riesgos directos para Tesla a varios niveles. La propuesta pretende eliminar el crédito federal de 7.500 dólares para vehículos eléctricos para finales de 2025, lo que hará que los vehículos Tesla sean menos accesibles económicamente. Trump también pretende abolir los mandatos de vehículos eléctricos (VE) y las normas de emisiones que han permitido a Tesla beneficiarse de los créditos regulatorios. Estos créditos han añadido más de 8.000 millones de dólares a los ingresos de Tesla hasta la fecha. Una tasa anual sugerida de 250 dólares para los vehículos eléctricos y 100 dólares para los híbridos podría disminuir aún más el entusiasmo de los consumidores por los VE, incluidos los de Tesla. El conflicto con Trump podría agravar aún más las dificultades de Tesla. Las acciones de Tesla cayeron un 14% la semana pasada. Si deseas ganancias potenciales con una opción menos volátil que una acción individual, considera la cartera High Quality, que ha superado al S&P y ha logrado más de un 91% de rentabilidad desde su creación.
La dependencia de Tesla del apoyo financiero público ha sido más sustancial de lo que parece. Una investigación del Washington Post estimó que las empresas de Musk –Tesla y SpaceX– han recibido al menos 38.000 millones de dólares en financiación pública, incluidos aproximadamente 6.300 millones comprometidos sólo en 2024. El apoyo financiero inicial de Tesla llegó en forma de un préstamo a bajo interés de 465 millones de dólares del Departamento de Energía en 2010, que financió el desarrollo del Model S y la fábrica de Fremont. Posteriormente, los créditos regulatorios ayudaron a cubrir años de pérdidas hasta que la empresa empezó a generar beneficios constantes con su negocio principal de automoción. De hecho, Tesla se encuentra en una situación financiera sólida, ya que ha devuelto sus préstamos y genera un flujo de caja positivo. Sin embargo, el conflicto entre Musk y Trump pone en peligro los créditos fiscales, la financiación de infraestructuras y las condiciones regulatorias que durante mucho tiempo han sido cruciales para su valoración en el mercado.
El progreso de la conducción autónoma total podría verse frenado
El apoyo previo de Trump a la desregulación de los vehículos autónomos probablemente facilitó el progreso de Tesla en sus iniciativas de conducción autónoma total (FSD, por sus siglas en inglés) y robotaxi. La reducción de las regulaciones posibilita una implementación más rápida de las funciones, lo que permite a las empresas innovar con mayor libertad y minimizar potencialmente los gastos relacionados con el cumplimiento. Sin embargo, las desavenencias entre el presidente y Musk podrían cambiar algo esa dinámica. Tesla está siendo investigada por la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés), dependiente del gobierno de los Estados Unidos, en relación con su tecnología de conducción autónoma. Como Musk no goza del favor de la administración actual, Tesla puede encontrarse con un mayor escrutinio normativo y un menor apoyo político a sus ambiciones de vehículos autónomos.
También puede haber un rechazo por parte de los consumidores. La clientela inicial de Tesla estaba formada en gran parte por compradores liberales y ecologistas atraídos por los objetivos de energía limpia y los avances tecnológicos de la empresa. Sin embargo, el reciente cambio político de Elon Musk, marcado por su asociación con personas de derechas y sus críticas a las políticas progresistas, ha alejado a parte de esa base de clientes fundamental. Al mismo tiempo, las crecientes conexiones de Musk con Trump han atraído a un nuevo grupo de clientes conservadores. Sin embargo, con la actual disputa con Trump, ahora visible para el público, incluso ese apoyo puede disminuir. Si Musk acaba distanciándose tanto de sus partidarios liberales iniciales como del nuevo grupo demográfico conservador, Tesla podría enfrentarse a importantes retos de demanda en Estados Unidos.
