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Musk y Harvard: dos figuras clave enfrentadas con la administración de Trump

El paralelismo entre Harvard y Musk es notable: ambos han tenido un éxito inmenso, gracias en gran parte a financiación gubernamental, regulaciones favorables y al respaldo del público. Y ambos han optado, por diferentes motivos, por enfrentarse a las mismas instituciones y líderes que han sostenido su crecimiento.

TOPSHOT - El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Elon Musk (derecha) hablan antes de salir de la Casa Blanca camino a su casa en el sur de Florida en Mar-a-Lago, Florida, el 14 de marzo de 2025. AFP vía Getty Images

Desde una edad temprana, a los niños se les enseñan lecciones esenciales: no jugar con fuego, no acariciar perros desconocidos y, si no saben nadar, mantenerse alejados de la parte profunda de la piscina. Otra regla eterna —a menudo olvidada por quienes ocupan posiciones de enorme riqueza e influencia— es esta: no muerdas la mano que te da de comer.

Esta lección, aunque simple, tiene profundas implicaciones en el mundo real. Se aplica tanto a multimillonarios e instituciones como a niños en el patio de recreo. Sin embargo, acciones recientes de Elon Musk y de instituciones académicas prominentes —en especial Harvard, pero también Columbia, MIT y otras— sugieren que incluso los individuos y organizaciones más exitosos pueden ignorar la sabiduría más básica.

Harvard marcó el tono. Bajo presión política y cultural, la universidad ha sido duramente criticada por su gestión de las protestas en el campus, en particular por su defensa de discursos que muchos consideran incendiarios o extremos. Esa decisión ha provocado investigaciones y puesto en riesgo miles de millones de dólares en exenciones fiscales, subvenciones federales y financiación para investigación.

No se necesita un diploma de Harvard para ver el riesgo: ¿vale realmente la pena apostar tu reputación, tus fondos y tu futuro por esta postura?

Elon Musk, el hombre más rico del mundo, ha seguido su ejemplo, esta vez dirigiendo su atención hacia el presidente Donald Trump, con quien ha entablado una disputa pública y personal de alto perfil. La situación se ha vuelto tan volátil que algunos inversores pronto podrían verse tentados a ofrecerle otro tipo de gorra, no una MAGA, sino una MEGA: Make Elon Great Again.

Lo que hace este movimiento especialmente llamativo es que el presidente Trump no es una figura lejana ni una influencia en declive. Ha vuelto a la Casa Blanca, ejerciendo autoridad ejecutiva sobre agencias regulatorias, contratos de defensa e iniciativas de infraestructura, todas áreas que afectan directamente a las empresas de Musk.

Tesla, SpaceX y xAI han prosperado en parte gracias a asociaciones con el gobierno. Solo SpaceX tiene contratos multimillonarios con la NASA y el Departamento de Defensa. Tesla se ha beneficiado durante años de subsidios energéticos y de incentivos fiscales para vehículos eléctricos. Enfrentarse al presidente en funciones —sin importar las convicciones personales— pone en riesgo todo ese ecosistema.

Y nuevamente hay que plantear la pregunta: ¿vale la pena este enfrentamiento? Cualquiera que sea el principio que Musk esté defendiendo, las consecuencias van mucho más allá de él. Los accionistas, empleados e inversores minoristas —muchos de los cuales han depositado su confianza y ahorros en su liderazgo— son los que quedan expuestos. Cuando Musk estornuda, el resto de sus inversores se resfría.

El paralelismo entre Harvard y Musk es notable: ambos han tenido un éxito inmenso, gracias en gran parte a financiación gubernamental, regulaciones favorables y al respaldo del público. Y ambos han optado, por diferentes motivos, por enfrentarse a las mismas instituciones y líderes que han sostenido su crecimiento.

Existe un precedente de cómo puede terminar esto. Jack Ma, alguna vez el empresario más poderoso de China, criticó abiertamente al gobierno chino. La reacción fue inmediata y total. Sus empresas fueron desmanteladas. Su salida a bolsa fue cancelada. Su riqueza e influencia se evaporaron casi de la noche a la mañana. Incluso en sistemas menos autoritarios, la lección se mantiene: quienes provocan a los sistemas que los sostienen pueden no sobrevivir a las consecuencias.

Aunque el patrimonio neto de Musk ha bajado de casi 450 mil millones de dólares a aproximadamente 300 mil millones, el impacto es más simbólico que práctico para él. Pero para millones de inversores, empleados y partes interesadas, estas batallas sí importan. La volatilidad del mercado, la reacción regulatoria y el riesgo reputacional conllevan costos financieros tangibles, asumidos no solo por Musk, sino por quienes han confiado e invertido en su visión.

Lo mismo se aplica a Harvard y a sus instituciones pares. Su liderazgo puede creer que actúa en defensa de principios, pero el precio de alienar a agencias gubernamentales y financiadores clave podría redefinir el rumbo a largo plazo de estas universidades. La erosión de la confianza pública, la pérdida del apoyo bipartidista y la posible retirada de fondos federales suponen amenazas existenciales.

El liderazgo —ya sea en los negocios o en la academia— exige más que convicción. Requiere juicio, sentido del momento y la disciplina para separar la ideología personal de la responsabilidad institucional. Las empresas lideradas por sus fundadores suelen tener mejores resultados cuando sus líderes están enfocados, tienen visión y son prudentes. Pero cuando el ego sustituye a la estrategia, las consecuencias pueden ser rápidas y severas.

Nadie exige una alineación política absoluta ni silencio frente a la controversia. Pero en el entorno polarizado de hoy, el margen de error se ha reducido. Y para quienes deben gran parte de su éxito al apoyo público —ya sea en Silicon Valley o en la Ivy League— morder la mano que te alimenta no solo es imprudente. Es insostenible.

Nota informativa adicional: El autor tiene una afiliación con ERShares y el ETF XOVR. La intención de este artículo es proporcionar información objetiva; sin embargo, los lectores deben ser conscientes de que el autor puede tener un interés financiero en el tema discutido. Al igual que con todas las inversiones de capital, los inversores deben evaluar cuidadosamente todas las opciones con un profesional de la inversión calificado antes de tomar cualquier decisión de inversión. Las inversiones de capital privado, como las que se mantienen en XOVR, pueden entrañar riesgos adicionales -incluida una liquidez limitada- en comparación con los valores tradicionales negociados públicamente. Es importante tener en cuenta estos factores y consultar a un profesional capacitado al evaluar la idoneidad y la tolerancia al riesgo.