Si te levantas cada mañana pensando que hoy tampoco van a llamarte, que la entrevista que tienes concertada será un auténtico fracaso, que vas a seguir en esta situación para siempre… ¿de verdad crees que lo que proyectas de cara a potenciales reclutadores es bueno?
Tu estado anímico se refleja en tu carta de presentación. Recuerda que no es recomendable tener una carta estándar para todas las empresas a las que postulas, cada una debe ser distinta al igual que lo es cada puesto. Por eso es importante que intentes (aunque muchas veces sea complicado) mantener una actitud positiva. No te muestres frustrado, desesperado o alicaído en ella. Evita expresiones como “Sé que no soy el mejor candidato…”, “por favor, llamadme…” o cualquiera que refleje un estado anímico bajo.
También es importante nuestra actitud a la hora de la verdad, es decir, a la hora de la entrevista de trabajo. Si te muestras sin expectativas, sin fuerzas, con un estado de ánimo por los suelos y sin ganas de luchar… ¿piensas que la empresa va a contratarte por pena? Muestra tu mejor sonrisa, saca todas tus ganas a flote, tu valentía y tu arrojo.
Y más que por todo lo dicho antes, hazlo por ti…