Opinión Eugenio Mallol

El fin del actual modelo de negocio de internet

El contenido original ya no garantiza visitas a las webs porque el tráfico se concentra cada vez más en los modelos de inteligencia artificial, todo está en revisión, desde el internet abierto a las monedas digitales, el copyright y, por supuesto, el SEO.

Foto: Foto: UX Indonesia/Unsplash

De la muerte de la web se viene hablando casi desde su nacimiento. La hemeroteca es sensacional y despiadada al respecto. Sólo cruzo los dedos para que este artículo no cause rubor dentro de 15 años. En mi descargo, el detonante ha sido una conversación entre el cofundador y CEO de Cloudflare, Matthew Prince, y el presidente de Carlyle, David Rubinstein, propiciada por el Council on Foreign Relations.

Para situarnos, a través de los servidores de Cloudflare se enruta el 20-30% de todo el tráfico de las páginas web del mundo y el 80% del que generan las empresas de IA. Carlyle, por su parte, es uno de los gigantes mundiales de la inversión en capital privado y gestión de activos, Rubinstein es toda una leyenda. Y bien, esta es la cuestión: Prince sostiene que el modelo de negocio de internet está oficialmente en quiebra.

Durante los últimos 15 años, dice, se ha basado en las búsquedas. A cada pregunta que se le formulaba, Google respondía con diez enlaces azules. El pacto no escrito en 2010 era que, cada dos páginas scrapeadas (rastreadas) de un sitio web, Google le enviaba un visitante. En este tiempo, la velocidad de rastreo no ha cambiado, pero ahora Google requiere seis páginas scrapeadas para enviar un visitante. ¿Y OpenAI? 250. ¿Y Anthropic? 6.000…

La diferencia es la inteligencia artificial: hoy el 75% de las consultas en Google son respondidas sin abandonar Google, se quedan en la misma página. Si no se adapta, el negocio de la creación de contenido original en la web “se ha acabado, está despeñándose por un acantilado”, le dice Prince a Rubenstein.

En realidad, matiza, “no puede sobrevivir a menos que haya algún cambio”. Hay espacio para la innovación, por tanto, esa es la buena noticia. “Cada vez más, las respuestas a las preguntas no llevarán a la fuente original, sino a algún derivado de ella. Y si los creadores de contenido no pueden obtener valor de lo que hacen, no van a seguir produciéndolo”.

Están ocurriendo una enormidad de cosas en muy poco tiempo en el universo de internet que ponen de manifiesto hasta qué punto hemos entrado en un periodo de zozobra, síntoma de que la IA ha removido los pilares de la era digital. “Algunos expertos creen que ha llegado a su fin”, decía esta semana Juncal Arbelaiz, investigadora en la Universidad de Princeton. Los profesionales del marketing digital y el SEO se preparan para una revisión a fondo de muchos de sus postulados en un segundo semestre de 2025 que se presenta apasionante.

La empresa Semrush (Boston, EEUU) nos dice, como siguiendo el hilo del razonamiento de Matthew Prince, que las marcas más visitadas desde los sitios de IA no coinciden con las que lideran el tráfico web tradicional. Porque ChatGPT, con 555 millones de usuarios únicos ya en un solo mes, no prioriza el posicionamiento, sino la relevancia semántica, el contexto y la autoridad temática.

Microsoft encabeza el ranking de visitas recibidas desde ChatGPT, seguida de Amazon, Apple, Adobe y Spotify. En cambio, Perplexity, más orientada a datos técnicos y estructurados, prioriza marcas como KLA, Hitachi o Analog. En mayo, ChatGPT envió el 5,5% de su tráfico saliente a Google, mientras que Google devolvió un 4,5%, un 33% menos que el mes anterior, nos asegura también Semrush. “Aunque la IA sigue utilizando datos indexados en Google, el usuario no siempre regresa al buscador: permanece en el entorno conversacional”.

Asuntos que parecían intocables han pasado a estar completamente en revisión. Es natural que el CEO de Cloudflare llevase el futuro de la Red al terreno de la geopolítica, tratándose de un evento del Council on Foreign Relations. Prince distingue entre un internet apadrinado por EEUU, de adscripción libre casi absoluta, y el que promueve China, que requiere aprobación previa.

La novedad no es ya que países como Rusia, Turquía e incluso Brasil estén valorando pasarse al modelo chino, sino que en Occidente se ha abierto el debate sobre si deberían concederse algo así como licencias para tener una web activa, al igual que en la radio. Un juzgado francés va a decidir si Google y Cloudflare pueden permitir la presencia en el internet global de un sitio web de su país. En EEUU no se entiende esto.

Hay más. Lo de los aranceles, se nos está yendo de las manos. Aparece TARIFF, una herramienta que permite imponer aranceles de importación a los paquetes de Python, un lenguaje de programación muy habitual. “¡Vamos a devolver el desarrollo a tu código fuente haciendo que las importaciones extranjeras sean más caras!”, dicen los creadores de esta nueva solución.

Con el copyright ha topado la IA. La Administración Trump despidió a la directora de la Oficina de Derechos de Autor de EEUU, Shira Perlmutter, un día después de que publicara un informe sobre el uso de contenido con copyright para entrenar a las IA. En Europa, la Coalición de Creadores y Titulares de Derechos ha planteado serias dudas sobre el tercer borrador del Código de Prácticas de la IA de Propósito General.

Y la guinda al pastel es el anuncio de Meta de que retoma ese proyecto cargado de connotaciones y dobles lecturas que consiste en permitir los pagos con criptomonedas estables en sus redes sociales Facebook, WhatsApp o Instagram. Mark Zuckerberg lleva anunciándolo desde 2021 y nunca llega, quizás éramos nosotros los que no estábamos preparados. También esto transformará nuestra forma de vivir en internet.

El Banco Central Europeo ha desmentido que vaya a lanzar el euro digital en octubre. La situación sigue siendo la que comenté aquí hace un tiempo: su adopción debe ser moderada, no puede ser un éxito abrumador porque se nos cae una parte de la banca convencional, vaya. El JRC de la Comisión Europea, ubicado en Sevilla, ofrece conclusiones que, según se miren, pueden resultar inquietantes: “una adopción del euro digital de menos de 3.000 euros por hogar no plantearía ningún riesgo significativo para la estabilidad financiera”.

En fin, la ola de disrupciones asociadas a la IA generativa ha descarrilado el tren digital. Internet no a va a ser por más tiempo tal y como lo conocíamos y, con seguridad, esto obligará a adoptar nuevos modelos de negocio y de posicionamiento de nuestras webs, como sucedió con la aparición de las redes sociales. Lo iremos analizando. Por ahora, hay que trabajar en el cambio sin dejarse llevar por atajos ni por soluciones aparentemente milagrosas. La gran disrupción asociada a la era inteligente está todavía por venir.

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