El futuro de la radio en España es Alberto Herrera. Me da igual que me digan que lo escribo porque soy amigo de Carlos. Claro que soy amigo de Carlos, tan claro como la cantidad de líos en los que le he metido por escribir lo que me ha parecido sin ser lo que él pensaba o por lo menos lo que a él le convenía. Ni siquiera este artículo le va a facilitar la vida, de modo que si escribiera en función de la amistad, probablemente no lo escribiría.
El futuro de la radio es Alberto, que de hecho ya es presente, porque tiene la voz, porque tiene el carácter y porque tiene la vocación mayoritaria. La voz es importante, sin voz en la radio no vamos a ninguna parte. Yo no creo que sea ningún problema su acento andaluz. España ama a Andalucía. Lo andaluz gusta, pone de buen humor y tiene prestigio. Quizá no ha sido siempre así -o no siempre totalmente así- pero las cosas han ido cambiando con los años, y España ha descubierto la importancia, la Gracia del sur. La voz hospitalaria de Alberto, que guarda en su sonido un lugar para todos, la voz con que dice lo que quiere antes que con las palabras, la voz con que modula, matiza, espera, y se hace cargo del dolor y nos lo devuelve calmado, y ya no estamos tan tristes.
A diferencia de otros líderes de la radio, o aspirantes, que necesitan todavía proyectarse, todavía afirmarse, resolver aún sus vanidades, Alberto ha sido un niño desde siempre querido, respetado, que ha podido vivir su vida tranquilo, que no ha crecido con la sensación de que el mundo le debe algo. Alberto hace años que dentro y fuera de la radio ha aprendido a sobrevivir y a ser libre; y por lo tanto su periodismo no es exhibicionista, ni cursi, ni afectado, ni necesita mirarse en el espejo. Lo que dice, y cómo lo dice, refleja su personalidad, su carácter, su manera de tratar a los demás en la realidad. Por eso la gente le quiere: porque no hay impostura, porque es lo que hay, porque defiende su espacio para entregarlo a los oyentes y no a su juego particular de posturitas. De momento interviene en la parte más lúdica del programa, pero cuando tome el mando también de la parte informativa veremos a un líder de las mañanas total, capaz de decantar lo que piensa sin convertirse en un panfleto, capaz de que los que piensan como él se sientan confirmados sin expulsar a los que piensan de otra manera; porque es así como es Alberto, mucho más agraciado que los demás en los dones que le han sido concedido, y sin cuentas pendientes que saldar con su autoestima, y con una personalidad que para ser atractiva no necesita insultar a nadie.
Y de fondo está lo más importante, que es la vocación mayoritaria que tienen los proyectos ganadores. Alberto no se está mirando cada día en el espejo pero es consciente de su posición en el mundo, y de la carrera profesional que le espera. Y sabe cómo expresar lo que es en un amplio espectro, no se hace enemigos por accidente, y su éxito social es su éxito en antena. Hay una virtud sin la cual todas las demás son inútiles, y esta virtud es el encanto. Alberto tiene este encanto a través del que fluyen sus demás cualidades. Para que se forje un líder, para que todo lo que aprenda y todos sus errores le sirvan al final para ganar, y para que su empresa gane con él, la Gracia ha de tener un cauce, ha de tener lo que Cocó Chanel dice cuando dice que “se triunfa con lo que no se aprende”. Muchas empresas invierten su tiempo y su dinero en personas que se esfuerzan o que tienen un alto concepto de sí mismas, que usan palabras complicadas para tratar de parecer lo que no son, que tiene tanta ansia por ser alguien que se olvidan de que la comunicación -y en el fondo cualquier construcción empresarial- se basa siempre en los otros. Muchas empresas cometen este error que da resultados correctos a corto y medio plazo pero que al final no sirve para ganar y quedas dramáticamente alejado de cualquier posibilidad de conseguirlo.
No es que Alberto tenga el futuro asegurado. Nadie lo tiene y todos podemos tomar malas decisiones. Yo he tomado malas decisiones algunas veces, cuyo precio he pagado. Lo que tiene asegurado COPE con Alberto es que tiene a uno con madera de líder. Tiene a uno que si la apuesta es clara y la ayuda incondicional puede llevar a la emisora, y a la empresa, a un liderazgo construido sobre algo real, sobre algo brillante, inteligente, perdurable, que cree la incondicionalidad con que sólo los grandes líderes saben amansar, reunir y conducir lo impredecible y tan cambiante de nuestra era.
