Hay una razón por la que el Círculo Dorado de Islandia es tan famoso. A poca distancia en coche de Reikiavik, el Círculo Dorado se anuncia como una ruta ideal para quienes lo visitan por primera vez o para quienes disponen de poco tiempo.
El trío formado por el Parque Nacional de Thingvellir, la estruendosa cascada de Gullfoss y la zona geotérmica de Geysir forma un conjunto compacto y espectacular que muestra el poder natural de Islandia. Pero su popularidad tiene sus inconvenientes.
En 2024, Islandia recibió a casi 2,3 millones de visitantes internacionales. Si bien esta cifra puede no parecer excesiva a primera vista, resulta sorprendente si se compara con la población del país de tan solo 380.000 habitantes.
Uno de los mayores problemas de sobreturismo a los que se enfrenta Islandia es que casi el 99% de esos visitantes llegan al Aeropuerto Internacional de Keflavík, y muchos se dirigen directamente a la ruta turística más popular de la isla.
Más allá del Círculo Dorado
Una gran proporción de visitantes se dirige directamente al Círculo Dorado, una ruta que atrae a multitud de turistas durante todo el año. Durante la temporada alta, se forman colas en los aparcamientos y los senderos se llenan de charlas y palos de selfie, lo que hace que la salvaje sensación de aislamiento que Islandia promete sea inalcanzable.
Sin embargo, más allá de este circuito tan transitado, hay otros paisajes igual de espectaculares, y posiblemente incluso más gratificantes por su soledad.
Los tranquilos pueblos de los Fiordos del Este se asientan entre escarpadas montañas y tranquilas bahías, mientras que las aguas del norte son ricas en ballenas y aves marinas.
Por otra parte, la península de Reykjanes está moldeada por la reciente actividad volcánica, mientras que las tierras altas permanecen áridas e indómitas, ofreciendo caminos de grava, humeantes chimeneas, ríos glaciares y vastas mesetas vacías que parecen muy alejadas del mundo moderno.
El Norte: Puertos Tranquilos, Tradiciones Culturales
A pesar de la ampliación del aeropuerto y los nuevos vuelos directos, el norte de Islandia sigue siendo uno de los secretos mejor guardados del país. Desde la ciudad portuaria de Husavik, los viajeros pueden unirse a excursiones para avistar ballenas jorobadas y frailecillos en un silencio casi absoluto, lejos de las multitudes del sur. Muchas de las embarcaciones utilizan motores eléctricos, lo que ofrece una experiencia acuática tranquila y sostenible.

La cercana Akureyri es la ciudad más grande de Islandia fuera de la región de la capital, Reikiavik, pero se siente más como un pueblo bien cuidado. Es una base excelente para excursiones de un día a los fiordos circundantes o hacia el interior, hacia Goðafoss, una de las cascadas más fotogénicas de Islandia.
Aunque tejer es una tradición muy apreciada en toda Islandia, ocupa un lugar especial en el norte. Cada año, la región alberga un apreciado festival de tejido que reúne a amantes de la lana de todo el país para talleres y un animado mercado. Los aficionados a la historia deberían desviarse a Sauðarkrokur para explorar las sagas medievales de Islandia en la inmersiva exposición 1238: La Batalla de Islandia.
Este: la belleza remota de un mundo lejano
Llegar a los Fiordos del Este lleva tiempo, pero quienes emprenden el viaje se ven recompensados con paisajes agrestes y un ritmo de vida más tranquilo. Pequeños pueblos como Seyðisfjorður parecen sacados de una postal, con sus coloridas casas de madera y una curiosa escena artística local.
La región es ideal para senderistas y amantes de la naturaleza, con espectaculares senderos costeros, cascadas y muchos menos turistas que la costa sur. El propio viaje en coche forma parte del atractivo, con renos pastando compartiendo las sinuosas carreteras con los pocos vehículos.
Si el este de Islandia les atrae, pueden considerar llegar de la forma tradicional: por mar. El ferry Smyril Line viaja desde Dinamarca y hace escala en las Islas Feroe antes de llegar a Seyðisfjörður. Este enfoque ofrece un comienzo más tranquilo y reflexivo para su viaje por Islandia, lejos del bullicio del aeropuerto de Keflavík. Si bien el viaje puede ser largo y el mar, en ocasiones, agitado, recompensa a los viajeros pacientes con una profunda sensación de pertenencia, mientras Islandia se alza imponente sobre el salvaje Atlántico.
Oeste: Islandia en miniatura
La península de Snæfellsnes reúne playas de arena negra, campos de lava, cascadas y el volcán Snæfellsjökull, coronado por un glaciar, en un solo día de viaje. Es más accesible que los fiordos del oeste o del este, pero mucho más tranquilo que el Círculo Dorado.

Esta región es rica en folclore e historia literaria. Snæfellsjökull inspiró Viaje al centro de la Tierra, y muchos pueblos de la zona están estrechamente vinculados a las sagas islandesas. Para una escapada cultural, visite el Centro de Asentamiento de Borgarnes para aprender sobre los inicios del país y las historias que forjaron su identidad.
Más al norte, los Fiordos del Oeste ofrecen algunos de los paisajes más remotos e impresionantes de Islandia. Imponentes acantilados, carreteras sinuosas y escasa infraestructura le dan a esta región una atmósfera salvaje, como si estuviera en el fin del mundo. Uno de los lugares más destacados es Dynjandi, una majestuosa cascada escalonada que cae por la ladera de una montaña.
A pesar del aislamiento, el pueblo de Isafjo Rður ofrece comodidades modernas, como hoteles, restaurantes y espacios culturales.
Sur: Mucho más que el Círculo Dorado
No es necesario abandonar el sur por completo, simplemente cambiar de enfoque. En lugar de los senderos abarrotados de Gullfoss o Geysir, conduce al este de Vík hasta la laguna glaciar de Jökulsárlón o explora el serpenteante cañón de Fjaðrargljúfur.
Incluso a lo largo de la carretera de circunvalación, es posible escapar de las multitudes con un poco de planificación. Para algo aún más original, desvíate al Geoparque Katla para disfrutar de aventuras en cuevas de hielo en un entorno prácticamente solitario.
La región sur, al igual que el resto de Islandia, tiene mucho más que ofrecer que el Círculo Dorado, especialmente para los viajeros dispuestos a ver más allá de lo obvio.
