Ante un currículo en el que existe poca –o nula- experiencia, las oportunidades de optar al puesto menguan ante un candidato que puede demostrar un recorrido anterior.
Lo ideal es saber combinar un buen background educativo del que hayas podido aprovechar una formación práctica complementaria. De ahí la necesidad de ser becario al inicio de tu carrera.
Añadir un par de nombres corporativos en tu carta de presentación hará saber a la empresa de que, además de haber obtenido un título formativo, puedes ser resolutivo y práctico ante situaciones reales que suceden fuera de las aulas.
Además, aportar experiencia hablará de ti: puede ser una persona dinámica, con interés por tu profesión y que ha acumulado una agenda laboral de la que pueden servirse la misma empresa. En este punto, también podrán valorar que hayas trabajado durante los meses estivales, lo que también demuestra que eres alguien sagaz y persistente que supo adaptarse a un trabajo cuando muchos lo rechazan a causa de las esperadas vacaciones.
Asimismo, cuando un reclutador ve en tu cv un listado de empresas y habilidades prácticas, también observa que ya has tratado directamente con un público real y del que has podido mejorar tu trato y aptitudes frente a ellos. Lo que realmente puede interesarle si optas a un puesto en el que tratas con clientes de forma “one to one”.
Por último, los sectores en los que trabajaste hablan de tus intereses reales: ¿de qué sirve que vuelvas a intentar ocupar un puesto laboral que no te gustó?”. Tus ganas e ímpetu se ven reforzados cuando conectas con el mercado laboral y calibras tus habilidades y debilidades.