1. Empezaremos por saber los límites de la planificación
No podemos pecar de confiados. La vida es cambiante, evoluciona y se transforma continuamente. No podemos intentar llevar nuestra vida planificada al 100%, así que debemos tener esto claro como base. Es normal que las cosas cambien, surjan imprevistos, se tuerzan nuestros planes… no debemos dejar que esto nos altere si no tomarlo como parte del encanto que tiene el día a día.
2. General de lunes a viernes
Vale, comencemos. Planning, agenda, en el ordenador de trabajo, en la tableta… el soporte en el que te organices es indiferente, aunque piensa que si lo haces en uno tecnológico puede resultarte más claro, limpio y sencillo. Intenta organizarte la semana a rasgos generales y “echarle un ojo” el domingo por la tarde o antes de acostarte en 10 minutitos. Te ayudará a tener un esquema mental de lo que está por venir esa semana e introducir modificaciones o añadidos que se te hayan pasado por alto antes de encontrarte inmerso en ella. ¡Ojo! Evita apuntar obviedades que sólo enturbiarán la claridad de tu planning.
3. Actualizaciones / modificaciones diarias
Intenta apuntar justo en el momento en el que lo sepas las modificaciones o actualizaciones que vayan surgiendo a lo largo del día. Si por lo que sea en ese momento no puedes, asegúrate de seguir una rutina diaria en la cual dediques 15 minutos a repasar el planning. Intenta que ese momento de repaso sea siempre a la misma hora. De esa forma te será mucho más sencillo recordarlo y tener tu agenda actualizada.
4. Tiempo libre
También es bueno reflejar en la agenda nuestro tiempo libre. Cuando estamos inmersos en un trabajo excesivamente absorbente corremos el riesgo de descuidar otras cosas mucho más importantes que el propio trabajo: familia, pareja y amigos. No hace falta que establezcas qué vas a hacer en tu tiempo de ocio, pero es bueno que resaltes en tu planning todos los huecos libres que tengas para dedicártelos a ti y a los tuyos. ¡Eso es sagrado!
5. ¡Nada de planificar el fin de semana!
Deja el planning en casa el sábado y el domingo. El fin de semana es para improvisar, viajar, saltarse las reglas del día a día, relajarse… nada mejor que alejarlo de ti y dejar que sea el “finde” el que te lleve.