Se acercaba la navidad del 2014. Una época en la que nos encanta recibir y entregar regalos a nuestros seres queridos. Sin embargo, en Madrid también estaban recibiendo uno de los mayores regalos que mucha gente no podría ni imaginar: Internet. En concreto llegaron al número 20 del Paseo de Recoletos de la capital madrileña, lugar en el que se encuentra la Biblioteca Nacional, según recoge El Confidencial.En su interior, había 180 terabytes de páginas de Internet que tienen la terminación “.es”, de archivos digitales y de material que se quiere preservar en un futuro.
Esta herramienta te permite ver cómo eran las páginas web hace un par de décadas. Información que realmente no se prolonga excesivamente en el tiempo, pero que al tratarse de documentos digitales parece algo imposible de mantener en un futuro. ¿Te has preguntado alguna vez, por ejemplo,cómo era la segunda vez que Forbes publicaba algo en Internet, exactamente el 21 de diciembre de 1996? Simplemente accediendo desde la web Archive puedes tener todos los detalles que necesitas.
Esta iniciativa que ha surgido en otros países europeos y americanos, como en Francia, Reino Unido, Suecia o Estados Unidos, tiene numerosas controversias. Uno de los temas que mayor debate suscita es qué merece la pena conservar y qué carece de sentido tener en la posterioridad. Por ejemplo, el caso del accidente de tren ocurrido cerca de Santiago de Compostela se archiva cuidadosamente con 87 fuentes proporcionadas por expertos y diversa información obtenida a través de los medios de comunicación. De esta manera, podemos asegurarnos el uso de dicha información en un futuro para el análisis y el estudio del accidente. Sin embargo, existen otros casos como el cierre de Radiotelevisión Valenciana en 2013 que suponen una pérdida inmensa de información y que la Biblioteca Nacional de España sigue detenidamente para poder obtener lo máximo posible.
Por otro lado, nos encontramos con otro de los mayores problemas de Internet y que por eso es importante conserva este archivo: la durabilidad de la información. Se ha demostrado en numerosas ocasiones que Internet y que las versiones digitales de todos los documentos que tenemos, tienen una caducidad. En una situación cotidiana, solamente tenemos que pensar la cantidad de fotos que hemos perdido alguna vez porque nuestro ordenador no funciona, o la cantidad de escritos que se encuentran en versión online y que tras el cierre de la web se pierden. Este registro permite que de una manera más exhaustiva se mantenga toda esa información el máximo tiempo posible.