Llegó el día más esperado del año: sentarnos frente a la tele con amigos, un buen picoteo, unas cañas, y creernos jurados de Eurovisión. Es el día en el que todo el mundo tiene permitido criticar (pero desde el cariño). La final de Eurovisión 2025 comienza esta noche y todo apunta a que será un completo espectáculo. Con sede en Basilea, Suiza, el festival celebra su 69ª edición esta semana y, España se presenta con una candidata que el martes lo dio todo: Melody (Sevilla, 34) cantó Esa diva y pasó directamente a la final, dado que España pertenece al grupo del Big Five.
El Baile del Gorila, su peor pesadilla
Melody es simplemente su nombre artístico. Ella es Melodía Ruiz Gutiérrez, y no es una revelación reciente. Con tan solo diez años conquistó el país con El baile del gorila, que acumula más de 200 millones de reproducciones en YouTube. La canción se convirtió en fenómeno cultural y la posicionó como una niña prodigio de la música española. Pero ese éxito fulminante también la encerró en una imagen infantil de la que tardó años en desprenderse. Era el hit de los cumpleaños, y Melody era la animadora de las fiestas.
En lugar de anclarse a esa imagen suya, decidió darle un giro a su carrera. Pese a las críticas, estudió música, composición, interpretación y exploró estilos diversos como la ranchera, el flamenco y la balada. Consiguió difuminar esa imagen infantil que el público le había tatuado, y lo demostró el 1 de febrero tras ser la ganadora del Benidorm Fest 2025.
Pese a ser la estrella de la noche, tuvo que enfrentarse otra vez a las críticas, que empañaron su victoria. El vestuario, la canción, su desparpajo ante las cámaras… ya no sabían por donde atacarla. Sin embargo, ha trabajado duro y en los dos ensayos para Eurovisión, así como en la semifinal el pasado martes, hemos disfrutado de una Melody digna de ganar la final europea.
Una exitosa silenciosa
Aunque vaya a ser la próxima estrella de Eurovisión, Melody ya brillaba antes. Ha publicado seis discos, participado en series y películas como Ahora o Nunca (2015) o Pequeños Gigantes (2015), y construido una carrera bastante alejada del drama.
De su vida privada sabemos poco, y eso que es una fanática de subir stories a Instagram de sus looks y ensayos. Su hijo de un año, Cairo, quien nació fruto de su relación con el deportista y entrenador argentino Ignacio Batallán, no aparece mucho por sus redes. Melody y su familia viven en un impresionante chalet de dos plantas en Málaga. Dos plantas con un precioso jardín, porche y piscina, aunque con mucha discreción para su familia.
Su patrimonio sigue siendo un misterio: con el Benidorm Fest y Eurovisión no se llevó ni un céntimo a casa, eso sí, mucha visibilidad. Si gana la final, lo que realmente esperamos —más allá del micrófono de cristal— es una segunda visita a Broncano en La Revuelta.
En febrero respondió a las clásicas preguntas del programa: en cuánto al dinero, confesó que tenía menos de 10 millones de euros en la cuenta. No está mal, pero pueden ser 9 millones como 500 euros. Melody mencionó que «en la vida hay rosas pero también espinas», haciendo referencia a algunos años no tan buenos en su carrera musical que cumple ya 24 años.
Un pequeño spoiler de esta noche
Esa diva, su propuesta para Eurovisión, fue mucho más que una canción: fue un manifiesto visual y emocional. La puesta en escena, dividida en tres actos, mostró a Melody con un imponente vestido negro y sombrero cordobés. (Perdón por el spoiler si aún no viste la actuación.) El vestido se transformó finalmente en un mono plateado brillante, desatando el entusiasmo del público. “Me sentí muy cómoda, con un cóctel de energías… fue muy fuerte lo que ocurrió”, confesó tras su segundo ensayo, anticipando lo que sería una de las actuaciones más comentadas de la noche.
Pero detrás del espectáculo hay estrategia, visión y constancia. Melody representa algo poco habitual en una industria obsesionada con lo nuevo: la continuidad. Ha sabido convertir su nombre en una marca rentable, con más de medio millón de seguidores, colaboraciones sostenidas y una vida familiar consolidada junto a su pareja e hijo en un chalet de Málaga.
Sin escándalos ni sobresaltos, su trayectoria ha demostrado que el éxito no tiene por qué ser efímero si se construye sobre disciplina y autenticidad. Los posts de Instagram de la cuenta oficial de Eurovisión son prueba de ello: mientras que el resto de publicaciones rondan entre los 40.000 likes, el post de Melody los opaca a todos, superando las 137.000 interacciones.
La presencia de Melody en Eurovisión no solo representa a España: representa a todas aquellas artistas que fueron encasilladas demasiado pronto, que sobrevivieron al ruido y que hoy reclaman su lugar desde la madurez.
