La actividad empresarial en España empieza a acelerarse al son del final del confinamiento. Tras meses de interrupción, el escenario en el que volveremos a la carga resulta insólito e incierto. Lo ocurrido durante estos meses ha reformulado las prioridades de la sociedad y, con ello, la demanda de unos ciudadanos mucho más conscientes de cuáles son sus preferencias. Pero también ha transformado la oferta: lo que es ahora abundante, escaso o equivalente. Así, este periodo nos ha enseñado, por ejemplo, que los costes destinados al alquiler de oficinas, viajes de negocios y equipamiento informático son más intercambiables entre sí de lo que nunca hubiéramos pensado. También nos hemos visto obligados a ser creativos y aprender a hacer cosas nuevas: convertir nuestros salones en espacios de trabajo, organizarnos de manera autónoma y flexible, redescubrir las potencialidades del e-commerce.
A partir de la discusión con cientos de empresarios para la elaboración de nuestro informe Observatorio de Capacidades Emergentes, en el que identificamos más de 150 iniciativas organizativas y ciudadanas surgidas en las primeras cuatro semanas del estado de alarma, podemos afirmar que había una reserva de productividad en nuestra economía. En muchos ámbitos, se puede hacer más con menos y, en muchos casos, también mejor.
Con el regreso a la plena actividad a la vuelta de la esquina, la tentación de emular lo que teníamos antes es mayúscula, pero la oportunidad radica en tomar consciencia de que regenerar nuestros modelos de negocio no solo es posible, sino necesario. Tenemos la ocasión de liberar el tiempo y esfuerzo que dedicábamos a actividades que han demostrado ser superfluas para centrarlo en prácticas que, pese haber nacido en el seno de la crisis, apuntan potencial para el rediseño de nuestro presente y la proyección de nuestro futuro.
Es cierto que no es una tarea fácil, pero hay fórmulas que pueden ayudarnos a conseguirlo. Desde la metodología Pentagrowth para el diseño de modelos de negocios disruptivos, hemos identificado cuatro quick-wins que pueden ser clave para ayudar a las organizaciones a ganar viabilidad y velocidad en la salida de la crisis:
1.- Activar todo lo disponible. Los hábitos empresariales han cambiado y, con ellos, han emergido recursos que hasta ahora permanecían ocultos: desde nuevas capacidades de las personas a nuevos usos para activos especializados. El reto ahora es integrar estos nuevos recursos y, a la vez, imaginar cómo poner en valor los que quedan infrautilizados en negocios adyacentes.
2.- Aligerar la cadena de valor. No solo nuestras organizaciones han generado nuevas capacidades, sino que también lo han hecho nuestros clientes y usuarios. A su vez, son muchos los activos que van a estar disponibles o abiertos en el futuro inmediato. Tenemos la oportunidad de revisar de manera sistemática los procesos de producción y generación de la oferta comercial de nuestras organizaciones. Una nueva relación entre esfuerzo interno y externo permitirá aligerar y hacer más eficiente la cadena de valor.
3.- Acelerar la transformación. La cooperación institucional, empresarial y ciudadana ha demostrado ser más valiosa que nunca en la resolución de situaciones críticas. Debemos aprender de ello para construir un ecosistema conjunto de generación de valor que sirva como referente a otros mercados. Anticipar las herramientas y funciones que serán necesarias pasará por entender qué estructura de agentes existentes, nuevos agentes y startups tienen potencial de éxito en este entorno.
4.- Fortalecer la resiliencia. De una vez por todas, las empresas hemos llegado a la conclusión de que dependemos de las comunidades con las que compartimos presente y futuro. Grupos ciudadanos, comunidades y asociaciones han ratificado su valor para asegurar la supervivencia empresarial. Ahora nos toca a nosotros decidirnos a compartir conocimiento y valor en abierto para estimular la creación de alianzas informales que favorezcan la resiliencia.
Superar la acometida de la Covid-19 y construir un futuro más ambicioso será, en definitiva, una tarea menos ardua para todas aquellas organizaciones que estén dispuestas a no olvidar lo ocurrido y a incorporar a sus proyecciones de futuro quick-wins que den respuesta a todo lo aprendido.