Svante Arrhenius advertía en 1896 sobre el aceleramiento del calentamiento de la tierra por parte de los combustibles fósiles. Sin embargo, no fue hasta casi cien años después, en 1988, cuando finalmente se asumió que el clima era más caliente que en el siglo anterior y, por lo tanto, comenzaron a tomar las medidas preventivas que hoy en día todos conocemos. Sin embargo, el debate parece que aún sigue incandescente, sin terminar de convencer a partidarios de ambas posiciones.
Stephen Hall, investigador en la Universidad de Leeds, ha publicado en ‘The Conversation’ un estudio en el que analiza no sólo los beneficios que tendría emplear energía cívica, sino los intereses económicos que frenan la expansión de esta. “Todos nosotros estamos acostumbrados al debate ente naciones y mercados, abastecimientos privados vs públicos marcando la dirección del sector energético; pero las comunidades, los ciudadanos y las autoridades locales pueden juntos formar un sector de energía “cívica” que revolucione la manera de crear y usar la energía”, aclara Stephen Hall en su artículo.
La intención principal es la creación de un conjunto de autoridades de menor escala que se encarguen del abastecimiento de la energía a los ciudadanos, utilizando principalmente proyectos universitarios que se han quedado atrás, ya sea por falta de recursos económicos o por intereses financieros por parte de autoridades más influyentes. Este abastecimiento a pequeña escala requiere una serie de cambios institucionales y tecnológicos que permitan a las personas que lo desean poder suministrarse su propia energía.
Pero, ¿cómo podemos utilizar la energía cívica? Empezando por el uso de las placas solares en nuestros hogares, y siguiendo por la energía eólica, el calor del biogás o la energía marítima, entre otros muchos ejemplos. De esta manera, y a pequeña escala, el 50% de los hogares del Reino Unido (lugar donde se ha realizado el estudio) en 2050 podrían abastecerse de energía cívica. “El desarrollo del sector de energía cívica podría traer malas noticias para las grandes empresas de servicio público. Los suministradores de energía tradicionales del Reino Unido (los ‘Big Six’) perderían terreno tanto en la generación como en la oferta del mercado y tendrían que cambiar su modelo de negocio para proveer nuevos servicios”, añade Hall.
No obstante, y a pesar de necesitar una inversión inicial importante y el apoyo de instituciones más importantes, podría tratarse de una regeneración en el concepto del uso de la energía, además de estar contribuyendo de manera ecológica con el medio ambiente. Por ello, y como dice el autor en su estudio, es realmente desafiante, pero posible.