El truco está en saber manejar nuestra productividad, de este modo, si se emplea bien, nuestra agenda quedará completa en menos tiempo del que creemos. Así, deberemos de olvidarnos de la administración del tiempo para cada objetivo y centrarnos en la administración de la energía.
Para sacarle el máximo rendimiento a este nuevo concepto, la web Altonivel.com propone tres sencillos pasos:
1. Elaborar una lista con nuestras metas semanales
2. Cada noche, elaboraríamos los objetivos que vamos a llevar a cabo al día siguiente –sin ser demasiado estrictos-.
3. Durante el día céntrate en llevar a cabo solo lo que te propusiste, olvidando el resto para otra jornada.
Un truco sería ordenar por dificultad estos objetivos, dejando los más apetitosos y fáciles para las últimas horas de nuestra jornada.
Para lograrlo debemos de tener en cuenta que la claridad de nuestras metas es fundamental: pregúntate qué recursos tienes para tu trabajo y, en el caso de ser escasos o inexistentes, replantéate la forma de lograr tus metas –nunca las abandones, solo busca otro medio-.
Por último, establece líneas de metas en las que puedas medir qué cumpliste y en cuanto tiempo. Medirte es el truco para saber qué puedes esperar de tu rendimiento.