Es de esperar que la gran consultora global de empleo, enfocada en detectar necesidades y soluciones para otros, se haya quedado para sí a los mejores. Pues bien, entre ellos está Raquel Larena, directora de RRHH para el sur de Europa, UK y Latam de Randstad y experta en discernir qué sí y qué no cuando toca hablar de la alta dirección.
¿Qué características definen hoy a un buen CEO o alto directivo?
Hoy se exige una capacidad estratégica sin precedentes para liderar la transformación de las organizaciones con un propósito claro y un impacto positivo en la sociedad. La comunicación se ha vuelto esencial, no solo para informar, sino para inspirar y movilizar a los stakeholders en torno a una visión compartida. En esta nueva era, una vez se dispone de una solvencia técnica suficiente, las soft skills no son un complemento, sino el núcleo del liderazgo. Debe tener la capacidad de inspirar y empoderar a los equipos, fomentando el aprendizaje continuo y adaptabilidad. En la era de la transformación digital, la figura del CEO ha trascendido la mera gestión operativa para convertirse en un arquitecto del futuro.
¿Para la alta dirección española las empresas valoran cualidades diferentes? ¿Cuáles?
Si bien la evolución de las habilidades directivas es un fenómeno global, España –y yo diría que el sur de Europa– conserva un matiz distintivo: la primacía de las relaciones humanas. Aquí, la alta dirección se construye sobre la base de la confianza, la empatía y la capacidad de forjar vínculos sólidos a largo plazo. Se valora profundamente la inteligencia emocional, la coherencia, el liderazgo desde el ejemplo y la habilidad para construir consensos. Además, el conocimiento profundo del sector y la experiencia probada siguen siendo pilares fundamentales para liderar con éxito. En definitiva, en España, el liderazgo se ejerce con la mente estratégica, pero se construye con el corazón.
¿Y en América Latina?
Aquí las relaciones humanas pesan aún más. Son el cimiento sobre el que se construye el éxito ya que el contexto empresarial latinoamericano se caracteriza por la importancia de la confianza mutua y los vínculos interpersonales. En este entorno, el líder que comprende y valora la dimensión humana de los negocios es quien realmente marca la diferencia.
Más allá de los CEO, las compañías hoy en día ¿qué buscan? ¿Cuál diría que son las tendencias actuales?
Lo que veo día a día, y lo que nos confirma el centro de estudios Randstad Research, es que las empresas están librando una auténtica batalla por el talento. Ya no basta con ofrecer un salario competitivo; las compañías buscan crear entornos donde las personas realmente quieran estar, donde sientan que pueden crecer y desarrollarse. La escasez de talento es real y se siente con fuerza, pero más allá de los datos, lo que percibo es una búsqueda genuina de conexión humana. Las empresas quieren líderes que inspiren, que empoderen, que sepan escuchar. Y los profesionales, por su parte, buscan mucho más que un empleo: un lugar donde sentir que su trabajo tiene un impacto, donde puedan aprender y crecer constantemente. En definitiva, estamos en un momento de profunda transformación, donde el talento humano es el verdadero motor del cambio.
¿Qué veremos en el medio y largo plazo?
Vislumbramos un mercado laboral que exigirá una adaptabilidad constante, dónde las empresas que inviertan en el desarrollo de su talento, que fomenten una cultura de aprendizaje continuo y que sepan crear entornos inclusivos y flexibles, serán las que realmente marquen la diferencia.
¿Y qué opina de los pronósticos que auguran grandes dosis de destrucción de puestos de trabajo y perfiles profesionales por la IA?
La irrupción de la IA generativa es, sin duda, un punto de inflexión en el mundo laboral. Si bien Randstad Research prevé ciertos desequilibrios, prefiero enfocarme en su enorme potencial transformador.
¿También en la alta dirección? Quizá le resulte un tanto ridícula o de ciencia ficción la pregunta, pero ¿veremos un CEO que sea IA o presida reuniones de varias IA?
La idea de un CEO totalmente reemplazado por una IA aún nos evoca escenarios de ciencia ficción, pero lo que sí podemos anticipar es una transformación profunda del rol del liderazgo. La IA asumirá tareas analíticas y de procesamiento de datos, permitiendo a los altos directivos enfocarse en la visión estratégica y la toma de decisiones complejas. Sin embargo, el liderazgo humano sigue siendo irremplazable en la construcción de relaciones, la gestión de la cultura organizacional y la toma de decisiones éticas. Lo que sí veremos, y ya vemos, es una colaboración cada vez más estrecha entre humanos e IA: consejos directivos apoyándose en agentes IA, que analicen datos y propongan escenarios, pero siempre bajo la supervisión y el criterio humano. Mundos agentizados donde la IA optimice procesos y recursos, liberando el potencial humano para la innovación y la creatividad, también están en el horizonte. En este nuevo paradigma, el líder que sepa combinar la inteligencia artificial con la inteligencia emocional será quien realmente marque la diferencia.
