Opinión MAYTE RUIZ DE VELASCO

Necesito creer

¿En qué pensamos cuando vemos la palabra rutina? ¿En algo positivo o negativo? Para muchos representa un estado anímico casi tan temible como el del confinamiento. Si vamos a su origen, es una palabra francesa, ‘routine’, que significa marchar por un camino conocido. Nuestras vidas, hasta que llegó el enemigo coronado, en general seguían unos patrones bastante lineales, rutinarios. De lunes a viernes, madrugar para ir a trabajar después de dejar a los niños en el cole, coger el coche, sentarnos en nuestra mesa con un ordenador delante, leer y contestar emails, alguna reunión, comida rápida y a casa. El fin de semana, recuperar el ocio perdido, quedar con los amigos o hacer alguna excursión, cines, etcétera. Si echamos la vista atrás, nos daremos cuenta de que día a día, semana a semana, mes a mes, año a año, nuestra vida cambiaba poco.

Y, de pronto, en menos de una semana, que si contagiados, que si crece muy deprisa, que si los colegios y las universidades principales focos de propagación, que si los trabajos, que si los mayores, pues entonces, todos confinados en casa.

Todos en casa, sin poder salir y sin saber qué va a pasar. Y esto es lo peor. La incertidumbre. Incertidumbre es no saber con seguridad, o lo que es lo mismo, inseguridad. Nuestro cerebro tolera mal la incertidumbre. El cerebro se pone en alerta, por pura supervivencia. Y para poder prevenir lo que venga, se pone en lo peor. Así por lo menos, tenemos alguna certeza. Pero la incertidumbre y después la peor de las soluciones posibles, provoca una tensión que necesitamos aliviar. Y surge el humor en forma de chistes, fotos o situaciones que nos ayudan a desdramatizar. Y el humor hacer que nuestro estado emocional mejore, que nos relajemos y que nos carguemos de la energía que necesitamos para seguir.

Con el estado de ánimo alto (gracias al humor) y distraídos con las nuevas circunstancias, empieza a brotar la creatividad. Para ser creativos necesitamos los dos ingredientes, pero, sobre todo, desconectar de los problemas que nos aturden y dejar que la mente se libere y divague. Por eso la rutina no nos deja ser creativos.

Y nos enfrentamos a la nueva situación desde una perspectiva de superación ‘¡resistiré!’ Y empiezan a brotar ideas para aliviar, entretener, apoyarnos, adaptarnos por videoconferencia, suplir la falta de contacto y ayudar en lo posible a superar a un enemigo que no dominamos porque nos coge por sorpresa (no como los enemigos conocidos de nuestra rutina).

La creatividad es esa energía que alimenta nuestras mentes y nos hace sentir bien mientras generamos ideas. En este caso y en este momento, ideas para enfrentarnos a situaciones desconocidas hasta ahora, y el triunfo nos motiva a seguir luchando.

Y de ahí, mientras la economía sufre y, a pesar del miedo al futuro, del optimismo y la energía nacen ideas como aplaudir a las 20h todos los días a los que pelean contra el virus de la corona (y de paso socializamos con los vecinos); transformar balcones en las plazas de la ciudad con bandas de música, fiestas de cumpleaños e intercambio de ayuda; aplicaciones para ir seguros al supermercado o para hacer redes sociales de vecinos; fiestas, aperitivos y paseos virtuales; juegos interactivos en línea para resolver situaciones en grupo o para escribir historias mancomunadas. Y la industria se reinventa y transforma limpiaparabrisas en respiradores, perfumes en hidro-alcohol, sábanas en mascarillas, las impresoras 3D echan humo imprimiendo máscaras o se transforma un recinto ferial en el hospital con más capacidad de España en solo 3 días.

¡Tantos años hablando de la transformación de empresas, y sus dificultades para hacerla realidad y en dos semanas de confinamiento lo hemos logrado! Hemos conseguido inventarnos soluciones en tiempo récord, y colaborar para que fueran una realidad.

Necesito creer que toda esta creatividad durará más que el maldito coronavirus, porque es la herramienta más potente que tenemos para mejorar el mundo. Y por eso, aunque en este caso sea algo forzoso, alejarnos de la rutina nos ha demostrado de lo que somos capaces.

*Mayte Ruíz de Velasco, es Business Transformation Manager de SCOPEN.

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