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Carolina Yuste, ganadora del Goya a mejor actriz: «Soy Leo, me gusta ser el centro de atención»

Con 33 años, recién ganado su segundo Goya con ‘La infiltrada’ –el thriller que ha batido récords de taquilla–, la actriz da vida a Massiel en ‘La canción’, la serie que triunfará esta primavera. Hablamos de todo sin filtros.

Carolina Yuste posa para Forbes Women con gorro y camiseta de Gucci Fotografía de Félix Valiente y realización de Beatriz Valdivia.


Faltaban apenas dos días para que Carolina Yuste (Badajoz, 1991) subiera a recoger el Goya a la mejor actriz protagonista por ‘La Infiltrada’. También estaba nominada en la categoría de cortometraje documental por Ciao bambina, un proyecto muy personal que codirigió con su amigo Afioco Gnecco. Sin embargo, a pesar de que estaba en todas las quinielas por la interpretación de la agente de policía que logró engañar a ETA y entrar en unos de sus comandos durante los años de plomo del terrorismo, Carolina no había preparado ningún discurso. “Luego siempre le doy vueltas a que igual debería escribirme algo, pero cuando me pongo a pensar qué quiero decir no me viene nada”, explica fiándolo todo a lo que se le ocurra en el momento. Exultante y sorprendida, vestida con un look blanco y rompedor de Alexander McQueen, al recoger su segundo ‘cabezón’–el primero lo ganó por Carmen y Lola como actriz revelación en 2019– se reconoció una privilegiada por seguir pagando el alquiler haciendo lo que más le gusta: descubrir todas las personas que puede ser. La última de ellas, ni más ni menos que Massiel, a la que da vida en La canción (Movistar+, estreno 8 de mayo), una serie que sigue a la cantante en su triunfo eurovisivo de 1968 con La, la, la.

Enhorabuena por tu retrato de Massiel, aunque he echado en falta una prótesis dental.

Me habían hecho una medida y me encantaba cómo me quedaba, pero en las pruebas de cámara pensaron que podía distraer al espectador de la historia.

¿Tienes la bendición de Massiel?

No he estado con ella, lo haré en breve, pero sé que estaba muy contenta de que lo hiciera yo. La he estudiado mucho, viendo infinidad de vídeos y entrevistas. Ya de joven era una mujer muy cañera, que de repente te hablaba de Bertolt Brecht o de feminismo, del aborto o el divorcio, que tenía una manera de mirar, hablar y estar que imponía por su seguridad.

Carolina Yuste para Forbes Women. Total look de Ferragamo y pendientes Tiffany. Fotografía de Félix Valiente


A Massiel le llamaban “la tanqueta de Leganitos” por su empuje y la calle madrileña en la que vivía. ¿Tienes un mote a la altura de ese?

Uf, no sé, el mío tendría que llevar la palabra bellotera por algún lado, que soy extremeña a tope, pero como en Madrid siempre me muevo por Carabanchel y Usera también podría ser “la sureña” o algo así. A mí prima Ana y a mí, que íbamos siempre juntas, nos llamaban Las Yuste y así me quedé. 

Aunque eso significase ‘robarle’ el nombre a tu madre.

Sí, total, se lo he mangado, porque mi primer apellido es Ortega y ella se llama Carolina. Se ha tenido que poner Karolina con K para recuperar la identidad. Pero es que mi madre es muy artista. Ha sido toda la vida peluquera, pero pinta unos cuadros hermosísimos, canta increíble y ha hecho fotografía. Es artista en esencia. Como mi padre, que ha sido empleado de una caja de ahorros y antes de jubilarse se sacó la carrera de Historia del Arte. Soy actriz por ellos.


En La canción le preguntan a  Massiel si no le pone nerviosa actuar frente a cientos de miles. “A mí me encanta que me miren”. ¿Te pasa igual?

Una cosa que nos une a Massiel y a mí es que las dos somos Leo, nos gusta ser siempre el centro de atención. Me encanta subirme a un escenario, la verdad, aunque hay que estar un poco chalada para ponerte ahí, porque es una exposición extrema. Te desnudas tanto, que es casi absurdo.


¿Te cuesta no llamar la atención?

No es algo que busque, aunque me ha costado entenderlo. Yo solía ir siempre de negro, con mallas, para pasar desapercibida, pero un terapeuta me dijo: “Cariño, ni aunque te esconda debajo de las piedras va a pasar eso”. Aprendí que tengo esa energía y está bien. No es una cuestión de ego ni de vanidad, es solo que soy así de expansiva. 

Has sido una imitadora de Amy Winehouse en El Cover; Conchita, la pareja del humorista Eugenio, que también cantaba en Saben aquel y hasta había algún momento musical en Chavalas. ¿No será que en lugar de actriz querías ser cantante?

De pequeña tuve nódulos en las cuerdas vocales y no me dejaban cantar. Me decían que gritaba mucho. Creo que me quedó un poquito de trauma con eso. En la escuela de interpretación, cuando fui a las primeras clases de canto lo pasaba fatal, pero hubo un momento en el que sin saber muy bien cómo empecé a cantar en algún proyecto. No sé si me atrevería a coger un micrófono y cantar yo, pero si lo hago a través de un personaje siento la libertad de hacerlo. 

Carolina Yuste para Forbes Women. Gabardina, vestido y zapatos, todo de Rabanne. Fotografía de Félix Valiente

¿Cantas cuando estás sola?

Sí, me paso el día canturreando por casa. Lo diré con la boca pequeña, pero casi siempre es algo de flamenco, que es a la vez lo que más me emociona y lo que peor me sale.

No has aparecido en una serie de éxito, no has trabajado con directores consagrados y sueles interpretar a mujeres normales. ¿Lo habías planeado o tu carrera ha salido así?

Tuve la suerte de que en mi primera película, Carmen y Lola, me encontré con una directora como Arantxa Echevarría y sucedió algo muy poderoso a pesar de que era un proyecto pequeño, con poquito presupuesto. También eso me colocó en un lugar muy saludable para trabajar, que me permitió escucharme y saber qué lugar quería ocupar en esta industria. Victoria Luengo, que es amiga y referente, decía en una entrevista: “Lo importante no es llegar pronto, sino llegar bien”. Ahora tengo 33 años, sé que la vida es muy larga y lo importante es lo que quiero construir, dónde me quiero ver y qué proyectos quiero hacer. He tenido el privilegio de poder elegir muchas veces y sigo pudiendo hacerlo. Igual esta conversación es diferente dentro de cinco años, y tengo que reconocer que estoy ganándome la vida, como hacen un montón de compañeros y compañeras, que me parece totalmente lícito.

¿Te ha dado tiempo a arrepentirte de alguna decisión?

Creo que todo lo que he vivido, incluso las cosas que echando a la vista atrás a lo mejor hoy no haría, me ha proporcionado herramientas para lo que está por venir. Ahora mismo prefiero mirar hacia atrás desde el agradecimiento antes que desde el arrepentimiento. 

Con cerca de millón y medio de espectadores, La Infiltrada ha sido la segunda película española más vista de 2024 y la más taquillera que ha dirigido en este país una mujer, Arantxa Echevarría. ¿Qué te sugiere este éxito?

Es una conquista de un espacio que estaba reservado a los hombres. Un thriller escrito, producido, dirigido, montado y protagonizado por mujeres, y que resulta que no es una película marginal, sino un éxito de taquilla. Quizás ahora los que reparten el dinero en el cine no se lo piensen tanto antes de confiar un presupuesto de este tipo a una mujer, ¿no? Para mí no se trata de que las mujeres copen todos los espacios, sino de que quede claro que tenemos la misma capacidad para estar en ellos y hacerlo bien. 

Carolina Yuste para Forbes Women. Vestido de Sportmax y pendientes de Rabat. Fotografía de Félix Valiente

Competías también por el Goya como codirectora del corto Ciao bambina, tu primera vez detrás de la cámara. ¿Dirigir era algo que tenías previsto?

Hay veces que hacemos cosas no porque tengamos un plan fijado, simplemente sucede que se nos mete entre medias algo y decidimos sobre la marcha. Yo quería hacer Ciao bambina porque el director y protagonista es mi amigo y estaba viviendo una experiencia que había que documentar. Afioco sí que es un director de verdad, yo más bien le he estado acompañando. Siempre va con una cámara a todos lados. Cuando empezó su transición y la hormonación me contó que quería grabar este proceso y que le encantaría que lo hiciera con él. Ese fue el punto de partida, una conversación grabada entre los dos con un teléfono. Hay historias que me movilizan y que quiero contar, pero este no ha sido un primer paso para ponerme a dirigir. 

¿Te has acostumbrado ya a ser parte del star-system español?

Es muy loco entrar en contacto con gente cuyas películas has visto y a la que admiras, y que de repente te tratan como si fueras parte de su familia. La primera vez que trabajé con Tosar en Hasta el cielo (2020) yo estaba flipando, pero cuando lo hicimos de nuevo en La infiltrada para mí ya era Luis, un tipo que mola un montón. Los que trabajamos en esto en general somos personas muy normales, con un oficio que tiene mucha exposición y un poco mamarrachos todos. En el mejor sentido de la palabra.

¿Los premios que has recibido este año son una muestra del cariño que te tienen los compañeros?

Yo creo que sí, es algo que yo sí noto y que me pone muy contenta. Está divina una buena gala y sienta muy bien un premio, pero lo que valoro verdaderamente es que me quieren, el amor que me demuestran. Esta es la gente con la que conviviré en un proyecto, la que me llamará para trabajar o la peluquera que me peinará en un rodaje. Para mí eso es lo verdaderamente importante. 

¿De quién te ha llegado la felicitación más sorprendente?

Uf, es que no se me ocurre…

¿La reina Letizia quizás?

No la conozco, pero sé que ha estado en algunas funciones mías de teatro. Se ve que le gusta el teatro y se escapa cuando puede a ver alguna obra medio a escondidas. Son las típicas cosas de las que te acabas enterando.

A los del cine en España se os echa en cara que habléis de política o causas sociales, pero tú sigues hablando abiertamente de los derechos del colectivo LGBTIQ+ o el acceso a la vivienda.

Sí, yo me meto en todos los embolados. No puedo vivir pensando en caerle bien a todo el mundo, me asfixiaría. Todos preferimos que nos quieran, obvio, pero yo intento ser lo más honesta que puedo con la persona que soy. Me parecen cosas muy razonables, aunque es cierto que a veces me canso de oírme y estar en la reivindicación constante. Pero insisto, de lo que hablo habitualmente más allá de mi trabajo es de derechos humanos y del colectivo LGBTIQ+, de generar espacios de igualdad, de salud mental, cuidados, cariño y amor. Hablar de tratarnos bien los unos a los otros no me parece algo tan loco. 

Carolina Yuste para Forbes Women. Sombrero, camiseta, falda y bolso, todo de Gucci. Fotografía de Félix Valiente

Créditos:

Estilismo Beatriz Valdivia Peluquería y maquillaje María García para Dior Beauty y Kérastase (Sun Sea Sands) Técnico digital Luis Spínola Asistente de iluminación Germán Arbós

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