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La batalla entre BlackRock y Vanguard reconfigura el futuro de la inversión pasiva

Hace apenas unos años, pocos habrían imaginado que el rey de los ETF pudiera ser destronado. Pero finalmente ha ocurrido. El SPDR S&P 500 ETF (SPY) de State Street, el fondo cotizado más grande del mundo durante más de tres décadas, ha perdido su corona. Su nuevo dueño es el Vanguard S&P 500 ETF (VOO), que ha superado los 632.000 millones de dólares en activos bajo gestión, dejando atrás al SPY con 630.000 millones. Este cambio no es solo un dato curioso, es una señal de que el mercado de inversión pasiva está cambiando de forma estructural.

La razón principal detrás de este golpe de efecto es el precio. Vanguard ha construido su imperio bajo una premisa sencilla: costes ultrabajos. Mientras el SPY de State Street cobra una comisión del 0,09%, el VOO pide el 0,03%. Puede parecer una diferencia mínima, pero cuando hablamos de inversiones a largo plazo y volúmenes de cientos de miles de millones de dólares, la diferencia se traduce en ahorros masivos para los inversores.

La consecuencia ha sido un flujo imparable de capital hacia Vanguard. No solo ha destronado al SPY, sino que también ha superado al iShares Core S&P 500 ETF (IVV) de BlackRock, que hasta hace poco ocupaba la segunda posición. De mantenerse esta tendencia, el VOO se convertirá en el mayor ETF del mundo entre 2025 y 2026, según estimaciones de Morningstar.

¿Un punto de inflexión en la gestión pasiva? 

A medida que BlackRock y Vanguard compiten por el liderazgo, algunos analistas creen que los ETF han llegado a su punto máximo de popularidad y que el futuro de la inversión podría estar en otra dirección.

Hay señales que refuerzan esta teoría. La saturación del mercado de ETF es evidente. En los últimos años, la competencia ha sido feroz, con nuevas gestoras lanzando productos cada vez más específicos y con comisiones ridículamente bajas. El problema es que, al reducir tanto los márgenes, muchos fondos están luchando por ser rentables.

Además, la gestión pasiva ha creado distorsiones en el mercado. La enorme cantidad de dinero fluyendo hacia los ETF ha inflado el valor de las acciones más grandes del S&P 500, como Apple, Microsoft o Nvidia. ¿El resultado? Un mercado en el que unas pocas empresas dominan y las valoraciones se disparan, alejándose de la realidad económica.

Pero quizás el mayor desafío para la inversión pasiva venga de los cambios en la política monetaria y la volatilidad del mercado. Con la Reserva Federal adoptando una postura incierta sobre los tipos de interés y el temor a una recesión en Estados Unidos, los inversores empiezan a cuestionarse si seguir un índice de forma ciega es realmente la mejor estrategia.

Vanguard y BlackRock buscan reinventarse

Ambos gigantes de la inversión pasiva son conscientes del cambio de ciclo y están reaccionando. BlackRock ha apostado por la diversificación con productos innovadores como el iShares Bitcoin Trust (IBIT), que en solo 11 meses ha alcanzado los 50.000 millones de dólares en activos, convirtiéndose en uno de los ETF de bitcoin con más éxito entre los inversores. Además, ha reforzado su posición en inversiones ESG y estrategias de renta fija activa.

Por su parte, Vanguard ha puesto el foco en el asesoramiento financiero. Históricamente, la firma se dirigía principalmente a inversores minoristas que gestionaban su dinero de forma autónoma. Ahora, busca atraer a clientes que demandan una experiencia más personalizada, ofreciendo servicios de asesoramiento híbrido que combinan inteligencia artificial con contacto humano para gestionar carteras de inversión.

El futuro de la inversión pasiva

Si bien los ETF han dominado el mercado en las últimas décadas, no hay garantía de que este modelo siga siendo el rey indiscutible. En un entorno de mayor volatilidad, los inversores podrían comenzar a favorecer estrategias activas, especialmente aquellas centradas en sectores específicos o que buscan descorrelacionarse de los grandes índices.

Por otro lado, la creciente competencia entre Vanguard y BlackRock podría dar lugar a una guerra de precios aún más agresiva. Si las comisiones siguen cayendo, es posible que el modelo tradicional de gestión pasiva se vea obligado a evolucionar hacia nuevos formatos, con estrategias más personalizadas o productos que combinen gestión activa con estructura de ETF.

Si los ETF tradicionales empiezan a perder atractivo y las estrategias activas vuelven a ganar terreno, podríamos estar ante el mayor cambio en la industria financiera en décadas. Por ahora, la batalla silenciosa entre BlackRock y Vanguard sigue en marcha. 

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