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La deuda ultralarga entra en escena

¿Es momento de ir pensando en las emisiones ultralargas? Alemania, cuya deuda soberana goza de la máxima solvencia, emitió el año pasado un bono a 30 años con cupón cero, es decir, el inversor no percibirá intereses. Los bajos costes de financiación están llevando a algunos Tesoros públicos a plantearse la oportunidad de emitir deuda ultralarga, superior a los 30 años, para financiar los persistentes déficits públicos. Uno de esos Tesoros es el de Estados Unidos que estuvo tanteando entre los agentes del mercado en la segunda mitad del pasado año la posibilidad de emitir deuda entre los 50 y los 100 años. En la actualidad el bono estadounidense de mayor vencimiento, así como el de gran parte de los gobiernos, es a 30 años. En plena crisis financiera, con Obama de presidente, ya se barajó la posibilidad y se volvió a proponer en 2017 bajo la supervisión del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Incluso a principios del pasado año, el Departamento del Tesoro presentó la idea de emitir deuda perpetua.

Algunos analistas sostienen que EE UU podría retomar la idea habida cuenta de que hay cierta demanda de vencimientos más largos y de un alarmante volumen de deuda a tipos negativos que a nivel global asciende a 16,4 billones de dólares (14,8 billones de euros), según cálculos de Bloomberg, y que está haciendo que los inversores institucionales reconsideren sus posiciones, en parte para financiar la esperanza de vida de los jubilados. “El nivel de rendimiento de la deuda a 30 años sugiere que todavía hay demanda de mayor vencimiento y no creo que el Tesoro espere que eso cambie en el corto plazo”, según un analista de Jefferies, en Nueva York. “Si las tasas se mantienen en los niveles actuales, me imagino que el Tesoro seguirá adelante con esto”, dijo Lou Crandall, economista jefe de Wrightson ICAP.

Inversores institucionales

¿Quiénes invertirían en estos activos? Básicamente las compañías aseguradoras y las gestoras de los planes de pensiones. Con vencimientos tan largos podrían cubrir sus pasivos en un horizonte temporal muy dilatado y para las tesorerías supondría una tranquilidad adicional poder contar en sus balances con unas coberturas de sus pasivos tan dilatadas teniendo en cuenta el alargamiento medio de la esperanza de vida.

En EE UU algunas grandes empresas, incluidas universidades de gran presupuesto y aseguradoras médicas han emitido deuda a un siglo en los últimos años. Por ejemplo, la Universidad de Pensilvania ha emitido un bono que vence en 2119 con un cupón del 3,61% anual. Para hacerse una idea, el día de su emisión el bono a 30 años del Tesoro de EE UU ofrecía un interés de alrededor del 2,5%.

Catorce países de la OCDE ya han colocado en el mercado deuda soberana con vencimientos de entre 40 y 100 años, y Austria, Bélgica e Irlanda han emitido bonos a un siglo en los últimos dos años a medida que descendían los tipos de interés en la eurozona. En todo ellos se está constatando un fenómeno muy común en la mayoría de los países avanzados: bajo crecimiento demográfico y simultáneamente un aumento de la esperanza de vida.

Austria también

Cuando Austria colocó una emisión sindicada en 2017 de un bono a 100 años por 3.500 millones de euros con un rendimiento del 2,1% surgieron algunas dudas, pero hoy probablemente los inversores pueden sentirse relativamente satisfechos a tenor de la rentabilidad de otras deudas soberanas. El bono ha llegado a brindar un retorno del 1,44%, unos 80 puntos básicos por encima del de referencia a 30 años, por lo que no ha extrañado que el Tesoro austríaco tanteara al mercado recientemente para hacer otra emisión. Sin embargo, los rendimientos ultra bajos que ofrecía el mercado disuadieron a los inversores y al Tesoro por la insuficiente demanda de una nueva emisión de otro bono de un siglo.

Algunos analistas opinan que tener un bono de un siglo es una forma de expresar “con rotundidad que los tipos de interés están bajando”. No obstante también señalan que esta apreciación puede volverse en contra cuando los tipos se den la vuelta pues podrían provocar grandes pérdidas en los bonos de larga duración. Curiosamente, los principales compradores del bono austriaco no fueron aseguradoras, ni gestoras de planes de pensiones, sino gestores de activos que estaban usando el bono para apostar a la baja contra los tipos de interés.

La tendencia a emitir bonos soberanos a 100 años podría alcanzar a otros Estados europeos. Alemania y Francia se han negado firmemente, mientras que Italia y Polonia han emitido previamente ya deuda a 50 años, por lo que quizá para estos países duplicar el vencimiento podría no estar tan lejos. Con los rendimientos de los bunds en mínimos y con una demanda sobre todo de inversores institucionales que necesitan matchear sus balances con deuda pública para atender unos pasivos cuyos beneficiarios viven cada vez más no hay que descarta que los Tesoros Públicos vayan encaminándose hacia vencimientos cada vez más largos o ultralargos.

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