Normalmente cuando nos relacionamos con personas que no son conocidas o con las cuales no tenemos un trato cercano, usamos la distancia social que oscila entre los 200 y los 350 centímetros de distancia. Ésta es la acertada cuando vamos a comunicarnos en una entrevista, ya que otra más cercana podría denotar una personalidad fuerte y atrevida, cosa que no siempre es bien interpretada a priori, y una más alejada dará la impresión de que guardamos algo o tenemos algún tipo de miedo o timidez.
Por supuesto todo esto varía según el candidato y entrevistador. El primer paso de confianza al acercarse debe estar en poder del entrevistador, y a partir de ahí la licencia de romper esa barrera personal estará en el candidato.
El saludo inicial es un punto clave para ver la cercanía con la cual vamos a ser regidos en la entrevista. La mano o un par de besos podría darnos una pista de cómo va a ir la reunión. Mayormente la distancia adecuada es aquella en la que ambos interlocutores se sientan cómodos y en los que se respete el espacio personal. Pero en ocasiones podría verse alterado por una mesa en medio o verse menguado por dos sillas demasiado juntas.
Piensa que la posición de ambos puede ser parte de la entrevista e intenta desenvolverte cómodo y no moverte del sitio donde se te sienta. Una voz modulada y unos gestos comedidos junto a una mirada fija y segura serán tus mejores armas para que la proxémica sea el factor decisivo para conseguir el puesto laboral.