1. Análisis real de las diferentes situaciones que nos acontecen
Hay que intentar mantener “la cabeza fría” y pensar si realmente es tan grave como nos parece esa situación. ¿Es realmente estresante? ¿Nos agobia? ¿No tiene solución? Muchas veces tendemos a “ahogarnos en un vaso de agua”, por eso mirar las cosas con distancia, templanza y perspectiva puede ser el punto de inflexión entre mantenernos serenos o perder las riendas.
2. Descanso óptimo
Una de las situaciones que más estrés nos provocan sin darnos cuenta es la de un descanso deficiente. En épocas de gran estrés personal o laboral nuestro sueño se ve alterado haciéndonos entrar en un bucle del que es muy complicado salir. Debemos mantener un horario de sueño adecuado, intentando seguir la conocida como “rutina o hábito de sueño”, es decir, acostarnos y levantarnos siempre a la misma hora y sin excesos como una cena copiosa o ingesta de alcohol.
3. Ejercicio regular y diario además de una buena alimentación
Una vida sedentaria puede provocar que nuestros niveles de estrés aumenten considerablemente aunque pueda parecer todo lo contrario. Ejercicio diario y una alimentación variada y equilibrada pueden ser nuestros mejores aliados a la hora de evitar y combatir el estrés.
4. Reforzar la autoestima
Tenemos que querernos mucho y bien. Debemos ser conscientes de nuestros defectos y limitaciones, claro está, pero asumiéndolos con naturalidad. También tenemos que darle muchísimo valor a nuestras virtudes, hacernos valer en nuestro trabajo y en nuestra vida personal. Una persona con baja autoestima es mucho más susceptible de padecer estrés.
5. Saber decir “no”
Hay momentos en la vida en los que el estrés nos ataca sin piedad, simple y llanamente, por nuestra culpa. Hay que saber decir “no” cuando sea necesario. ¿A qué? A situaciones innecesarias que vayan a provocarnos malestar o irritación, a cosas que realmente no queremos o debemos hacer… es el momento de aprender a decir “hasta aquí”.