Comienza por pensar en alguna especialización. ¿Cómo? Intentando aunar lo que más te gusta con materias o parcelas de conocimiento que sean las más demandadas de tu campo. Infórmate bien sobre todo aquello que puede tener un futuro a medio y sobre todo largo plazo y elige aquello que más te guste y motive. Es el momento de tener la mente abierta y dejar que lleguen “estímulos laborales” de todas partes. ¡No te cierres!
Pregunta a personas con criterio profesional en el sector. Es el momento de buscar soluciones y/o alternativas reales, ésta vez no vale con la simple opinión de “papá y mamá” o la de tus mejores amigos. Piensa con la cabeza fría y baraja con criterio adulto (porque hace tiempo que lo eres), con profesionalidad y con miras de futuro. Una vez lo tengas claro… a por ello.
Enfócate en aquello que ansías conseguir. No pierdas de vista tus metas, tus sueños y tus ilusiones por muy “negro” que veas el panorama. Aprenderás a base de caídas y errores. Pero siempre aprenderás, porque el único que no lo hace es aquel que se queda de brazos cruzados esperando a que el trabajo o porvenir de sus sueños llame a su puerta.
Por supuesto y por último… ¡no te agobies! Puede que las cosas no salgan tal y como tu esperabas en los primeros meses, que el trabajo no llegue y te dejes llevar por el desánimo. No dejes que eso ocurra, no pares de moverte y de mantener una mentalidad positiva. Esa es la única manera de lograr tus objetivos. Se trata de estar en el momento justo en el lugar adecuado.