Una nueva era económica necesita renovar paradigmas y símbolos, y también los centros geográficos de poder. La ciudad de Nueva York es uno de esos símbolos. Asociada a la hegemonía de EE UU tras la Segunda Guerra Mundial, su nombre está indisolublemente unido a las finanzas como capital mundial del dinero. El papel histórico que desempeñó Nueva York en la pujanza económica estadounidense es incuestionable, pero no solo; junto a la idea de representar por méritos propios el liderazgo global del país, también se ganó la etiqueta de ser la sede de la economía de la especulación y de los mercados financieros, de los ejecutivos bancarios mejor pagados y más avariciosos, desdeñosos de la economía real, la industria manufacturera, el campo y de la pequeña empresa.
En contraste a esta visión de la ciudad que ocupó el epicentro de la crisis financiera, lo que le valió agrias críticas domésticas y un aumento del paro por las reducciones masivas de personal en Wall Street, está surgiendo una ciudad alternativa, símbolo de otro modelo económico de éxito y que se encuentra en la costa oeste del país, una de las áreas de mayor crecimiento de EE UU: la ciudad de San Francisco.
El rico Oeste
La costa oeste y las ciudades del sur de Estados Unidos están marcando actualmente el mayor ritmo de crecimiento. Según un estudio del laboratorio de ideas Oxford Economics, San José, San Francisco y Seattle, están liderando las mayores tasas de crecimiento gracias a la abundante inversión y a la demanda de sus servicios de alta tecnología. “Aunque sus costes laborales e inmobiliarios son muy altos, se han visto compensados por las ventajas de disponer de grandes ecosistemas tecnológicos para empresas de alta tecnología que ofrecen importantes economías de escala”. En la última década, estas tres ciudades destacaron sobre el resto de las grandes urbes estadounidenses. Así, en los últimos dos años (2018-19), el crecimiento del PIB en Seattle fue del 4,8% anual, en San Francisco el 4,4% y en San José del 5,7%, frente a una tasa nacional del 2,1% anual, añade la Oxford Economics.
Por su parte, Nueva York y Chicago, a pesar de cierta mejora de sus respectivas economías, siguen “frenadas por el lento crecimiento en sus grandes sectores de servicios financieros y la migración, que prefiere irse a otras áreas con viviendas más asequibles”.
El crecimiento del PIB en estas dos ciudades se ha situado en el 2% durante el último bienio, casi a la par con Los Ángeles, que, al igual que otras ciudades de la costa oeste, está experimentando un alto crecimiento del coste de la vida, pero sin disponer de sectores productivos compensatorios. La firma británica prevé que en los dos próximos años el PIB de Nueva York crezca un 1,8% anual y un 1,3% el de Chicago, mientras que el de San Francisco y el de Dallas lo hagan un 2,4% y un 2,2%, respectivamente.
Crecimiento concentrado
La actividad de la economía estadounidense se concentra en unas pocas áreas geográficas –condados—, de tal manera que en los últimos 10 años alrededor de la tercera parte del PIB se ha localizado en 31 de esos condados, el 1% del total, repartidos entre 16 estados y el Distrito de Columbia, según datos de la Oficina de Análisis Económico (OAE) relativos a 2018 (últimos conocidos). De estas cifras se desprende que la producción de EE UU se ubica cada vez más en las grandes ciudades y en áreas del litoral y menos en los condados rurales, lo que suscita dudas sobre el porvenir de estos.
La creciente concentración de la actividad económica del país se cree que podría afectar a factores tan diversos como la inversión en infraestructuras o a la movilidad laboral y, obviamente, a las áreas rurales si su contribución al PIB federal sigue descendiendo. Según los últimos datos preliminares de la OAE al tercer trimestre del año pasado, Texas fue el estado que registró mayor tasa de crecimiento (4%), frente al 0,5% de Nueva York y el 2,1% de California.
Oxford Economics destaca, por otra parte, que el declive económico que registran algunas de las principales ciudades, tanto estadounidenses como europeas o asiáticas, está relacionado con la pérdida de peso del sector manufacturero, más perjudicado si cabe por la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Barcelona es uno de esos casos de caída de la actividad, toda vez que el sector industrial representa el 19% de su economía.
En tercera posición
La consultora internacional AT Kearney elabora cada año una clasificación de las ciudades con mejores perspectivas de futuro teniendo en cuenta el bienestar personal, la economía, innovación y la gobernanza, y en la última realizada, correspondiente al año pasado, San Francisco ha bajado a la tercera posición desde la primera en la lista de 2018.
Según la consultora, que ha elegido a Londres, como número uno, la ciudad californiana, “aunque aún sobresale en innovación, otras ciudades líderes la están superando en aspectos como el bienestar personal y la gobernanza. La inversión empresarial es otro área que está afectando a San Francisco, con ciudades emergentes que están experimentando un crecimiento más rápido en este campo”. El segundo puesto de la clasificación lo ocupa Singapur, el mismo que tuvo el año pasado Nueva York, que ha caído al 24, el penúltimo de la lista.