1. Levántate con música, te ayudará a motivarte antes de ir al trabajo. También puedes probar a poner como tono de despertador tu canción favorita en vez del típico sonido irritante.
2. Si puedes, ve andando o en bici al trabajo y desayuna en alguna cafetería. Te permitirá ver zonas de tu ciudad que quizás desconocías y llegar con más ánimo y vitalidad a tu trabajo. Es muchísimo más recomendable que pasar una hora de atasco entre insultos y sonidos de claxon.
3. Sonríe aunque no tengas ganas, aunque te levantes con el pie izquierdo y con ganas de quedarte bajo el edredón. Verás cómo aunque al principio sea una especie de falsa o forzada alegría, acabas contagiándote de las sonrisas que te devolverán los demás.
4. Muéstrate más proactivo en tu trabajo, es el momento de hacer cosas, de dar tu opinión, de ofrecerte voluntario para un gran proyecto de tu empresa… te hará sentirte realmente útil y valorado. Deja atrás la rutina laboral.
5. Muévete y queda a tomar algo o cenar con tus amigos al salir de trabajar. Si lo haces acabarás (seguro) el día con una sonrisa enorme. La rutina de casa-trabajo trabajo-casa es una de las peores y más dañinas para nuestra felicidad.
6. Date un capricho, cómprate ese jersey que tenías visto, esos zapatos, ve a que te den un masaje o a ese restaurante al que siempre has querido ir. ¡Es el día perfecto!
7. Diles a las personas que tienes alrededor lo importantes que son para ti. Y a la cara, no por Whatsapp o Facebook.
8. Planea unas vacaciones o una escapada, te ayudará a mantener la motivación en los días de trabajo más aburridos o largos…
9. Aléjate de la gente tóxica. Muchas veces estamos de mal humor y no sabemos siquiera el motivo. Hay personas a nuestro alrededor que nos miran por encima del hombro, que nos contagian su enfado y su “mal rollo”. ¡Sal corriendo!
10. En definitiva, mira las cosas con positividad e introduce pequeños cambios que en realidad son muy grandes. Notarás cómo los días pueden ser mucho mejores con pequeños gestos.