Podemos pensar que lo más importante que tenemos son nuestras aptitudes es decir, nuestras capacidades, experiencia y conocimientos. Es importantísimo, claro está, pero también hay una cosa que lo es tanto (o más) y que a veces pasamos por alto: nuestra actitud.
La actitud es normalmente lo que determina que te elijan en un puesto de trabajo o no lo hagan. En muchísimas ocasiones, gran parte de los candidatos que se postulen al mismo puesto que tú tendrán una formación similar a la tuya e incluso una experiencia parecida. Y ahí está la clave: la actitud de cada candidato es lo que marca la diferencia.
Las aptitudes son necesarias, pero una actitud positiva, proactiva y entusiasta es vital para conseguir el trabajo de nuestros sueños. Durante la entrevista de trabajo, e incluso antes cuando les hagas llegar tu CV, tienes que demostrar esa buena actitud y predisposición.
Dile a la empresa qué puedes ofrecerle tú que el resto de candidatos no pueden. Qué mejorarías en su empresa. Qué tienes para darles. Puedes incluso dar ideas que podrías aplicar si te contratasen.
A las empresas llegan decenas de currículums diarios, así que plantéate qué actitud quieres tomar de cara a las empresas. Puede que tu CV sea impecable pero… ¿y si no te llaman? Puede que tú mismo tengas la solución entre las manos.