Opinión Salvador Sostres

Mi querido Carles Abellán, a quien tanto debe España

El chef Carles Abellán (Talaia, Comerç 24, La Barra, Tapas 24 y ahora simplemente 24) ha dado una entrevista a Cristina Jolonch en La Vanguardia repasando su trayectoria y explicando las dificultades económicas que tuvo con su restaurante La Barra, una estrella Michelin, que le llevaron a la quiebra. Ahora ha empezado de nuevo con un restaurante de tapas en la Diagonal, donde es posible probar algunos de sus grandes éxitos.

Hago referencia a la entrevista de La Vanguardia porque lo noté algo decaído, como un poco avergonzado por haber tenido un fracaso. Carles Abellán ha sido y es un chef extraordinario, el mejor creador de restaurantes -junto a Rafa Zafra- de España. Gracias a él comimos bien por primera vez fuera de El Bulli. Fue en el restaurante Talaia, uno de los más emocionantes a los que jamás he ido después de Montjoi. Cuando en mi ciudad sólo comíamos foie y macarrones él nos abrió el cielo con la adaptación urbana y relajada de la cocina de Ferran, y por 7-8.000 pesetas del año 1995 podías cenar como si estuvieras en el planeta Marte y con vistas al mar. Carles Abellán fue pasar del blanco y negro al color, de la ignorancia a la cultura, de aburrirnos a no poder parar de sonreír y de fascinarnos. Hoy en Barcelona estamos tan acostumbrados a ser la capital gastronómica del mundo que pensamos que siempre fue así. Y no es verdad. Con Carles empezó todo.

A Carles Abellán le debemos la primera alegría, la más fundamental. Y luego Comerç 24 continuó y consolidó la estela de Talaia, y fuimos otra vez los clientes más felices y privilegiados de cualquier ciudad de España. Los andaluces tuvieron la suerte de tenerle durante algún tiempo en la irrepetible Hacienda Benazuza, el hotel de El Bulli.

Los empresarios a veces se equivocan, como todos. Y cuando un empresario ha de cerrar, no siempre puede hacerlo en las condiciones que querría. Para empezar, no querría cerrar. Carles Abellán es una buena persona y entiendo que esté un poco triste, pero ha hecho tanto por Barcelona y por España, ha pagado tantas nóminas y brutales impuestos durante tantos años, ha hecho feliz a tantos clientes de todo el mundo que de ninguna manera puede decirse que nos deba nada. Tal vez con unas leyes menos destructivas para los emprendedores, y sobre todo del sector de la restauración, se podrían evitar finales tan drásticos cuando a veces las cosas se tuercen.

Somos los afortunados que hemos vivido en el tiempo de Carles Abellán. Por la persona, por el cocinero, por el empresario. Por la creación gastronómica, por la creación empresarial, por lo encantador que es y siempre ha sido. Errores, todos cometemos. Moléstias, todos causamos. Pocos, muy pocos, son capaces de crear el mundo maravilloso que nos ha creado Carles y sin el que no podría explicarse de la misma manera la proyección mundial de España.