Si soy sincero, nunca aspiré a tener una gran carrera profesional, y aun menos soñé con llegar a ser un CTO. Cuando era joven, siempre había querido ser piloto en las Fuerzas Aéreas de la India. Intenté varias veces entrar en la Academia de Defensa Nacional, pero no logré la calificación suficiente y me quedé a las puertas. Mi trayecto hasta ocupar el puesto de CTO de una empresa que está entre las Fortune 500 no ha sido un camino perfectamente orquestado, sino que se ha ido formando de muchos pequeños pasos. Éstas son algunas de las lecciones que he aprendido durante el camino.
Sigue tus curiosidades
Cuando estudias una carrera enfocada en la tecnología, o en cualquier industria para el caso, no hay una fórmula concreta que te lleve al éxito. Lo que de verdad es necesario, sin embargo, es seguir tus propias curiosidades y pasiones.
A lo largo de mi infancia, lo que más me enseñó fue jugar, reparar y construir cosas. En mi primer año de universidad, mi padre me ofreció algo de dinero que había ahorrado para mí, dándome la opción de comprarme o una motocicleta o un ordenador. ¿Qué elegí? Un ordenador, por supuesto.
Fue una decisión bien estudiada: podría pedir la motocicleta durante un día entero a mis amigos a cambio de dejarles 30 minutos mi ordenador. Como era una de las pocas personas de mi entorno con un ordenador, empecé a programar y, al cabo de un año, ya había aprendido múltiples lenguajes de programación. Mi curiosidad seguía creciendo, y programar software no era suficiente para mantenerme ocupado, así que un día decidí abrir un ordenador y trastear: empecé desmontando partes del ordenador, volver a unirlas, etc. hasta que seguía funcionando. Este interés me llevó a la mitad de la escuela de ingeniería haciendo y vendiendo mis ordenadores, tras comprar las piezas. De esta manera, desarrollé mi pasión por la informática.
Hoy en día, en mi puesto en PayPal, trato cada interacción, ya sea con mi CEO o con un recién graduado universitario, como una oportunidad de incrementar mi conocimiento: qué buena forma de seguir aprendiendo.
El seguir mis pasiones y mis curiosidades me ha ayudado a darle forma a mi carrera, y al adherirme a esta filosofía, he sido capaz de mantenerme al día de los cambios constantes del entorno tecnológico. La curiosidad ha sido mi fuerza exponencial.
Aprovecha cada oportunidad para liderar
Durante las primeras etapas de la carrera profesional, a todos nos puede llevar algún tiempo comprender lo beneficioso que es apoyar a los compañeros que nos rodean, ver cómo su crecimiento profesional nos empodera a nosotros también. Debemos pasar de la mentalidad de “competir” con estos compañeros a trabajar juntos, como un equipo. Durante mi trayectoria, he aprendido de primera mano a que no sólo un grupo de personas que trabajan juntas consigue mejores resultados, sino que también puede ser una fuente de gran satisfacción.
Soy el primero en admitir que cuando empecé como manager, en ocasiones no tenía claro qué hacer. De hecho, mirando atrás, me doy cuenta de que probablemente no era muy buen jefe. Pero al cabo de un año supe encontrar cuál era mi camino y, a lo largo de los años, he pasado de dirigir un equipo de tres personas a uno de más de 1.800.
He aprendido muchas cosas durante mi etapa como líder: desde asegurarme que estaba al corriente de lo que pasaba en el día a día en mis equipos, a cómo a actuar como un sponsor o mentor para mis empleados, por ejemplo. Hoy, continúo aprendiendo lecciones de liderazgo, enfocándome en construir el equipo más asombroso posible y en transmitir mis conocimientos lo mejor que puedo.
Así que, como un líder que alguna vez fue reacio a serlo, animo a los que están empezando su carrera profesional a que acepten formar parte de un equipo y, sobre todo, que disfruten de la oportunidad de ayudar a otros a crecer. Si has confiado lo suficiente en tu equipo como para darles autonomía y responsabilidad, el crecimiento vendrá solo.
La confianza es acumulativa… pero no siempre es un camino recto
He tenido muchas oportunidades en las que tomar riesgos era un requisito para tener éxito, o simplemente para seguir creciendo. Me atrevo a decir que las lecciones más difíciles son siempre buenas maestras.
En este sentido, he visto cómo la mayoría de las personas tienen poca confianza en sí mismas, especialmente al principio de su carrera. Nadie nace con confianza, es un rasgo acumulativo que crece con el tiempo. Sé por experiencia personal que muchos compañeros con los que fui al colegio no me reconocerían ahora, cuando muestro confianza como líder ejecutivo, pero es algo que he desarrollado y trabajado a lo largo de muchos años. Con esto, quiero decir que, para aquellos aspirantes a líderes, es importante recordar que nunca nadie se despierta mágicamente un día con confianza en todo lo que se hace. En contra, las experiencias (tanto las buenas como las malas) por las que pasas durante tu carrera son las que nos aportan la confianza necesaria para tomar riesgos y lograr grandes cosas.
El mundo conspirará contigo, si preguntas.
Incluso si piensas que trabajas mejor tú solo que en equipo, pedir ayuda es siempre una de las mejores rutas hacia el éxito. En ocasiones, aunque seguramente ese consejo no es el más fácil de oír, se necesita una perspectiva externa que nos dé el empujón que necesitamos para saltar. A mí, ese salto me ha traído las mejores experiencias profesionales de mi vida. Nunca dejes que el ego te impida asumir riesgos inteligentes y aprender de nuevas experiencias. El mundo puede convertirse en nuestro coach, aunque solo si se lo permitimos.
Estas lecciones han sido fundamentales para mí a la hora de recorrer con éxito el viaje de un niño curioso de la India que llegó a ser un CTO. Y no se acaba aquí, estoy ansioso por ver qué me depara mi futuro.