A orillas del lago Neuchâtel, en la capital francófona y relojera de Suiza (Neuchâtel) y rodeado de castillos medievales, se levanta un escultural cubo de cristal, cuya arquitectura limpia y transparente refleja la misión del trabajo que se lleva a cabo en su interior.
Desde que en 2016 y en respuesta a los cambios que demandaba la sociedad, Philip Morris Internacional (PMI) se marcara el objetivo de alcanzar un futuro libre de humo de los cigarrillos en el menor tiempo posible, cientos de científicos y expertos cualificados en distintas disciplinas como la ingeniería, el producto, o la toxicología concentran sus esfuerzos en estos más de 30.000 metros cuadrados dedicados a la investigación y a la ciencia. Todos ellos comparten la vocación con la que nació este proyecto de innovación: el uso de la ciencia y la tecnología para abordar el impacto de los cigarrillos en la salud. Gracias a esta misión, PMI ya ha sido capaz de desarrollar alternativas sin combustión ni humo, que demuestran ser mejores opciones que seguir fumando cigarrillos, y con las que la multinacional ha cambiado su modelo productivo y el core de su negocio.
“Los empresarios debería pensar más como científicos”, reta Moira Gilchrist, directora global de Comunicación de PMI, quien destaca que la ciencia es el núcleo de la transformación empresarial: “Mi empresa reconoce la importancia de asumir riesgos y aprender de los errores, dos conceptos que están en el centro de la innovación”.
Transparencia también en las cifras
Si en 2016 la compañía anunciaba su compromiso de generar un futuro sin humo de cigarrillos, ya a finales de septiembre de 2024 un 38% de sus ingresos netos totales provenían de su negocio libre de humo, acercándose al ambicioso objetivo de llegar a los dos tercios para 2030. Además, estas alternativas están ya disponibles en 92 mercados, muy cerca de los 100 propuestos para 2025.
El objetivo final de PMI no es sustituir un producto por otro. La compañía tiene muy claro que la manera definitiva de mejorar la vida de las personas es que estas dejen de fumar. La realidad, en cambio, es que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hoy aún hay 1.000 millones de fumadores en el mundo. El mensaje desde PMI es claro: todo el mundo debería dejar de fumar, pero estas personas que no lo van a hacer deberían considerar pasarse a alternativas menos nocivas que el tabaco de combustión. “No podemos eliminar el riego, pero sí ayudar a reducirlo”, resume Moira Gilchrist.
Los estudios científicos han demostrado que lo más dañino de fumar no es la nicotina. Esta es una sustancia que se encuentra de manera natural en la hoja del tabaco, y aunque no está exenta de riesgo y es adictiva, no es el principal problema. Lo realmente dañino es el humo: al encender un cigarrillo, se quema y genera un humo que contiene más de 6.000 sustancias químicas, de las cuales unas 100 han sido identificadas por las autoridades de la salud pública como dañinas o potencialmente dañinas. Según destaca Gilchrist, “después de varios años de estudios científicos sabemos que es la combustión la que genera la mayoría de las sustancias químicas dañinas, que luego provocan las enfermedades relacionadas con fumar. Por eso nuestro enfoque es el de eliminar la combustión para desarrollar productos que liberan nicotina”.
Por tanto, la mejor opción siempre es no comenzar a fumar, y si ya se ha empezado, lo mejor es dejar el hábito por completo. Sin embargo, hay fumadores adultos que no lo van a hacer, y que deberían tener acceso a toda la evidencia científica del hábito de fumar para que puedan tomar decisiones informadas.
*Contenido ofrecido por PMS.