Hay millonarios conocidos por su avaricia y otros capaces de quemar un billete para encenderse un puro. La fotógrafa Annie Leibovitz (Connecticut, Estados Unidos, 74 años) está sin duda en el segundo grupo. Leibovitz es probablemente la mejor fotógrafa del mundo. En marzo pasado ingresó en la prestigiosa Academia de las Bellas Artes de París y en 2013 recibió el premio Príncipe de Asturias. Ha trabajado para revistas míticas como Rolling Stone y Vanity Fair y es la autora de publicidades emblemáticas para Louis Vuitton en las que aparecía Gorbachov frente al muro de Berlín o los cuatro mejores futbolistas del mundo –Pelé, Maradona y Zidane– jugando al futbolín (una foto que se hizo en 2010 en un bar del madrileño barrio de Malasaña). Más recientemente, la foto del matrimonio Zelenski para Vogue, en distintas localizaciones de un Kiev derruido, dio la vuelta al mundo y provocó tanta admiración como indignación.
Leibovitz también fue la primera norteamericana en retratar a la reina de Inglaterra en una sesión algo tensa, según contó la propia fotógrafa, después de que la que la reina llegara tarde y de mal humor. Por si fuera poco tuvieron un desencuentro inicial porque Isabel II llevaba una tiara y la fotógrafa quería que se la quitara.
A su lista de retratos monárquicos hay que añadir ahora la foto que el pasado mes de febrero realizó a los reyes Felipe y Letizia en el Palacio Real de Madrid, vestidos de gala y luciendo sus condecoraciones y que por fin ha visto la luz este martes 25 de noviembre. El Banco de España está detrás de este encargo y los añadirá a su colección de retratos reales junto a otros de monarcas como Carlos III o los actuales reyes eméritos, Juan Carlos I y Sofía. La sesión de fotos, que tuvo lugar el pasado siete de febrero en el Palacio Real, ha costado 150.000 dólares (139.000 euros), según nos confirman desde el Banco de España. El encargo debería haber coincidido con el décimo aniversario de Felipe VI y Letizia Ortiz en el trono, al que llegaron el 19 de junio de 2014 pero pero una razón que se desconoce, no se ha presentado oficialmente hasta hoy.
La fotógrafa mejor pagada del mundo
Esta cifras son habituales si tenemos en cuenta la trayectoria de Leibovitz. Según una información que publicó El País en 2009, la fotógrafa tenía entonces un contrato con la editorial Condé Nast por 1,39 millones de euros anuales y cobra 175.000 euros por día de trabajo en publicidad. Teniendo en cuenta las dificultades que sufre el sector editorial en los últimos tiempos puede que este contrato se haya actualizado. En cualquier caso Leibovitz sigue siendo la fotógrafa mejor pagada del mundo y, seguramente, también la que más gasta.
El propio Graydon Carter, mítico director de Vanity Fair USA, la revista donde Leibovitz empezó a trabajar en 1983 y se convirtió en leyenda, declaró en su día a The New York Times: “La mente capaz de tomar esas fotos extraordinarias no necesariamente tiene que ser capaz de manejar el dinero a la perfección». Entre los fotógrafos es conocida por gastar de forma desmedida en cada rodaje, por ser una tirana con sus empleados y, sobre todo, por ser un absoluto desastre con sus propias finanzas como se reveló en 2009 cuando casi se arruina. Por entonces, Leibovitz estuvo al borde de la quiebra tras pedir un crédito de 16 millones de euros a una entidad que presta dinero rápido con tasas de interés leoninas para pagar dos extensas reformas de dos de las casas que compró en Greenwich Village en 2002 y que acabó uniendo en una sola propiedad. Los daños causados durante las reformas provocaron una demanda de 15 millones de dólares de un vecino.
Una mujer y tres hijos
“Cuando me quise dar cuenta, me había olvidado de tener hijos”, contaba la fotógrafa en una entrevista ofrecida en 2009 a la edición española de Vanity Fair, con motivo de su exposición Vida de un fotógrafo, 1990–2005. Al principio su pareja, la filósofa y ensayista ya fallecida Susan Sontag, le dijo que ella no se quería implicar en esa aventura aunque después le apoyaría. Leibovitz y Sontag se conocieron a finales de los años ochenta, en una sesión para la portada de un libro y aunque desde el apartamento de una se veía la casa de la otra, no llegaron a vivir juntas. Con 51 años, Annie tomó a solas la decisión de tener hijos. Primero vendría la pequeña Sarah, en 2001, y cuatro años más las gemelas Susan y Samuelle, por gestación subrogada.